Cuando hablamos de ‘Pueblo Andaluz’ no es un ente homogéneo. La diversidad se prodiga en él. La fusión de las diferentes civilizaciones que nos han ido conformando como Pueblo, no lo han hecho por igual en cada rincón de nuestra Andalucía.
Almerienses, gaditanos, cordobeses, granainos, jienenses, malagueños, onubenses, sevillanos entrelazamos nuestros destinos, como lo hicieran, turdetanos, bastetanos, túrdulos, oretanos y algún que otro céltico en otros tiempos.
Y es que nuestras diferencias, nos enriquecen aún más como Pueblo. La variedad que encontramos en cada comarca, en cada municipio, en cada provincia, nos permite ver todo desde distintos puntos de vista.
Porque es verdad que hay nexos que nos unen a todas y a todos los que poblamos Andalucía. Nuestra lengua, nuestra historia, nuestra cultura, nuestra gastronomía, nuestros vínculos,…
El ‘Pueblo Andaluz’ es un Pueblo humilde, acogedor,…Un Pueblo encrucijado entre tres mundos, entre tres continentes: el africano, el europeo y el americano. Nuestra historia da fe de ello.
Por lo general, somos un Pueblo al que le gusta trabajar para vivir, aunque no vivir para trabajar. Si bien, probablemente por nuestro clima, la andaluza y el andaluz conocen de cerca los trabajos más duros que una persona puede desarrollar. Y nunca, nunca, le hemos perdido la cara a esas ocupaciones que tanto esfuerzo personal requieren, a pesar de lo que otros puedan pensar o decir.
A lo largo de nuestra historia, la Historia de Andalucía, hemos pasado por etapas en las que hemos brillado con luz propia, como pocas civilizaciones lo han hecho, y otras en las que hemos sido conquistados, humillados, represaliados, perseguidos, ajusticiados, vencidos, esclavizados, despojados e incluso expoliados y expulsados de nuestras propias tierras, forzados a emigrar o incluso a cambiar nuestra forma de pensar, vivir, o rezar.
Sí. La Historia Andaluza ha sido dura con nuestro Pueblo. Como nuestro clima. Como nuestros trabajos. Muchos cayeron sin ver alcanzado el sueño que anhelaban, sin ver una Andalucía mejor, sin ver una Andalucía que recobrara esplendores pasados…
Históricamente hemos pasado de albergar ciudades monárquicas a sumergirnos en sentimientos republicanos. Hemos sido ejemplo de latifundios caciquiles y terratenientes explotadores, coexistiendo con movimientos que hicieron que a nuestro Pueblo, a nuestra tierra se le conociera como ‘Andalucía la Roja’, con una población que comulgaba con las ideas anarquistas y libertarias.
En esa Historia, independientemente del momento en que nos encontremos, y de las diferencias entre andaluzas y andaluces, siempre encontraremos dos sectores diferenciados: uno el que se alineaba con los que ejercían el poder y otro el que se enfrentaba a dicho ejercicio de poder, por tener ideas contrarias.
Todas y todos sabemos que el Poder puede llegar a beneficiar a diferentes grupos de personas desde el epicentro que lo genera, si bien, ese beneficio suele ir disminuyendo su influencia conforme nos alejamos en los círculos concéntricos de diferente grado de sintonía que se forman en torno a la persona o grupo que ejerce dicho ‘Poder’.
Nos guste o no, suele ser así. Los afines serán recompensados. Los contrarios, no. En el mejor de los casos encontrarán la indiferencia, en el peor, serán castigados por la falta de sintonía con el propio ‘Poder’.
Si nos centramos en la Historia Contemporánea de Andalucía, resulta muy curioso comprobar cómo un Pueblo tan castigado por la Historia, pero que ha sabido probar las mieles del éxito al brillar más que otros, especialmente cuando manejaba sus propias riendas, se ha convertido en un ‘Pueblo dependiente’.
¿Qué significa eso de ser un ‘Pueblo dependiente’?
Bueno, podemos resumirlo desde un punto de vista que puede ser atrayente para muchas personas y repulsivo para otras tantas, el punto de vista político, por eso de que la ‘Política’ suele ir ligada precisamente al ‘Poder’.
Andalucía carece de partidos políticos propios fuertes. No tienen apenas representación en el Parlamento Andaluz, mucho menos en el Parlamento del Estado español, y qué digamos del Parlamento Europeo.
De manera, que esto supone que las andaluzas y los andaluces prefieren poner su confianza en un conjunto de partidos que tienen sus órganos de decisión fuera de Andalucía, llámense PP, PSOE, Sumar,Vox, etc. Todos ellos con sede en Madrid. Con órganos de dirección que deciden en la capital del Estado.
Por eso nos hemos convertido en un ‘Pueblo dependiente’, porque simplemente hemos dejado que otros decidan sobre nuestros asuntos. Sobre nuestra educación, sobre nuestros campos y nuestra agricultura, sobre nuestra industria, sobre nuestros medioambiente, sobre nuestras costas, pesca y aguas, sobre nuestros ríos, sobre nuestros pueblos y ciudades, sobre nuestra economía, sobre nuestros servicios, sobre nuestra juventud, sobre nuestra tercera edad…
Decía Antonio Machado, con sus grises y oscuros respecto a Andalucía, que:
“Haced política, porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros y probablemente contra vosotros».
Está claro que muchas andaluzas y andaluces participan de la política. Lo vemos todos los días, en los diferentes municipios, en nuestro Parlamento andaluz, en el Congreso y Senado de España. Pero lastimosamente lo hacen desde el prisma de los partidos centralistas antes mencionados.
Sí, efectivamente. Vivimos en Democracia, cada cual es libre de defender aquello en lo que cree,…, pero que pena ver una Andalucía con tantas posibilidades que choca una y otra vez con la misma piedra.
¿Tan difícil es aprender de las autonomías que brillan con luz propia en el conglomerado del Estado español? ¿Esas que ponen su voto a la disposición de partidos con sede en su propio territorio y no en Madrid?
¿Por qué las andaluzas y los andaluces no podemos crear partidos fuertes y diversos con sede en Andalucía? ¿No os parece que esa centralización del Poder en nuestra propia tierra nos podría beneficiar como Pueblo?
¿Acaso no brilló Andalucía con Argantonio? ¿Acaso no brilló Andalucía con Abderramán III?
¿Y no es verdad que cuando otros ejercieron el Poder centralizado fuera de Andalucía, simplemente nos convertimos en meros siervos de los designios que otros determinaron para hacer crecer otros territorios a nuestra costa, a costa de nuestros recursos, de nuestro Pueblo?
¿Por qué nos empeñamos en entrar en ese juego? ¿Acaso no se puede ser comunista, anarquista, socialista, liberal, conservador ejerciendo la política desde un Partido netamente andaluz, con sus órganos decisorios ubicado en suelo andaluz?
Un ejemplo, ¿qué han hecho por una Andalucía infrafinanciada andaluzas y andaluces ocupando puestos de Poder en sus partidos centralistas, como la señora María Jesús Montero del PSOE, o su rival político Cristobal Montoro, del PP?
¿Qué nos ha pasado?
Nos han diseñado un traje a la medida y nos lo hemos puesto sin rechistar.
¿A quién queremos engañar? Somos andaluzas y andaluces.
¿Dónde queda nuestra lengua, nuestra identidad, nuestras ideas, nuestra libertad de acción, nuestra forma de hacer las cosas, nuestra capacidad de decisión…?
¿Por qué tenemos que ser tan dependientes para todo?
Dicen que la andaluza o el andaluz se siente tan español como andaluz. Pero sin embargo, si eso fuera cierto, tendríamos partidos propios a la altura de los partidos con sede en Madrid, cuando sabemos que no es así.
No, la andaluza y el andaluz no se sienten igual de andaluz que español. La andaluza y el andaluz tiene ‘Españadependencia’, lo que le genera una auténtica ‘Andalufobia’.
Y todo ese nutrido grupo de paisanas y paisanos gustan de parecerse a la imagen del espejo de Madrid, en lugar de sacar del cajón su Identidad Andaluza. No es más que eso.
Mientras que las nuevas generaciones no abran los ojos a un Poder propio, a un Poder Andaluz, difícilmente podremos competir en igualdad de condiciones, no ya con otros Pueblos del Estado español, sino con Pueblos de toda Europa y el Mundo, donde, de ser de otra forma, Andalucía tendría un sitio entre los ‘Pueblos relevantes’.
Mientras eso pasa, sigamos siendo un ‘Pueblo dependiente’.