Como podéis imaginar, vamos a hablar de la necesidad o no de un Poder Político Andaluz.
Pero, ¿qué sería un Poder Político Andaluz real?
Objetivamente, se podría considerar que un Poder Político Andaluz sería el ejercido por políticas y políticos andaluces en representación del Pueblo Andaluz, libres de condicionamientos partidistas externos y guiados por los intereses de las andaluzas y andaluces, dentro del actual Sistema Estatutario y Constitucional, ambos aprobados en Andalucía y Madrid.
Dentro de Andalucía, hay andaluzas y andaluces que incluso van más allá, de manera que no conciben un Poder Político Andaluz, sin la ruptura del Estado Español y la creación de un Estado Autónomo Andaluz, una República Independiente.
En las pasadas elecciones autonómicas, estos fueron los votos dados por las andaluzas y andaluces a los diferentes partidos que se presentaron:
Con una participación de un 58,3%, de los más de 6 millones de andaluzas y andaluces convocados a votar, ejercieron su derecho al voto 3.697.234.
Los partidos llamados a constituir ese Poder Político Andaluz sumaron 182.863 votos, un 4.94% de los votos totales.
Adelante Andalucía consiguió 167.970 votos (4.58%), obteniendo 2 parlamentarios, Andaluces Levantaos (Andalucía por Sí) consiguió 11.963 votos (0.33%), no obteniendo representación en la cámara parlamentaria, y Nación Andaluza consiguió 2.930 votos (0.08%), tampoco consiguiendo representación.
El extinto Partido Andalucista consiguió un 11% de votos en las elecciones generales de 1979, y un 10.75% en las autonómicas en 1990. Fueron sus mayores logros electorales.
Remontándonos a la historia, el 6 de diciembre de 1978, se aprueba por referéndum la Constitución Española.
El primer Estatuto de Autonomía de Andalucía, después del primer referéndum de 28 de febrero de 1980 por la Autonomía, fue aprobado el 20 de octubre de 1981.
Pese a todos hitos históricos que consolidaron a Andalucía como la cuarta Nacionalidad Histórica, tras el reconocimiento constitucional de País Vasco, Cataluña y Galicia, ¿ha existido realmente un Poder Político Andaluz? ¿existe en la actualidad?
En todos estos años hemos tenido gobiernos autonómicos formados por andaluzas y andaluces. También hemos tenido representantes andaluzas y andaluces en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Incluso andaluzas y andaluces han formado parte de los distintos gobiernos del Estado Español.
Desde esa aprobación de la Constitución Española y posteriormente de su Estatuto de Autonomía, Andalucía, como todo el territorio español, ha evolucionado.
Es verdad que se han hecho inversiones, en infraestructuras, en sanidad y en educación. Se ha modernizado la administración y los servicios al ciudadano. Todo ello respecto a lo heredado tras la Transición y gracias en buena medida a los fondos europeos que no han dejado de llegar, y a la evolución general del Estado Español.
Pero, volviendo al título que nos ocupa.
¿Realmente ha existido o existe un Poder Político Andaluz?
Desde la objetividad, y el análisis pausado, la respuesta sólo puede ser una. No existe un Poder Político Andaluz. Un Poder Político Andaluz propio y autónomo del Poder Político Central.
Lógicamente la actuación de todas esas andaluzas y andaluces, que han participado en los diferentes partidos del conglomerado político español, ha condicionado el devenir de la actualidad política andaluza.
Pero teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de ellos ha actuado sujetos a las disciplinas de unos partidos que respondían a sus órganos de gobierno y dirección centralizados en Madrid, no podemos hablar de un Poder Político Andaluz propio y autónomo del Poder Central.
Si seguimos escarbando en la Historia Andaluza y de España, llegamos a encontrarnos que Andalucía sí llego a proclamarse independiente del Poder Central, y no hay que remontarse a los tiempos de Al-Andalus.
Quizás desconozcas los acontecimientos de la Rebelión Cantonal, que en tiempos de la Primera República Española, entre julio de 1873 y enero de 1874, pudo suponer un cambio en la estructura estatal.
Hace menos de 150 años, Andalucía, basándose en una Estructura Cantonal, buscó un Federalismo que la independizara del centralismo capitalino de Madrid, junto a proclamaciones similares en otras zonas del Estado Español.
El movimiento andalucista, que encabezó Blas Infante unos 40 años después (Ideal Andaluz se publica en 1915), debió tener muy en cuenta estos hechos y también su resultado final, con el ejército enviado desde la capital madrileña, aplastando todos los focos de dicha Rebelión Cantonal (ya que no sólo fue una rebelión andaluza) .
El propio Blas Infante, en la Segunda República cambia el proyecto para una Andalucía Libre. No habla ni escribe de Independencia, sino de Autonomía, pese a la proclama del ¡Viva Andalucía Libre! que acompaña a su movimiento, a semejanza del ¡Vizca Catalunya Lliure!, sus ideas evolucionan desde el Regionalismo hacia el Autonomismo, sin llegar al Independentismo del Estado Español. (Lanzamos esta reflexión basándonos en sus últimos escritos.)
Sin embargo, en nuestros días, la fórmula de Autonomía que rige los destinos de las andaluzas y andaluces no responde exactamente a las ideas promulgadas por el llamado ‘Padre de la Patria Andaluza’. Digamos que Andalucía disfruta de una ‘Autonomía Light’ (término muy de moda).
Y la verdad, lo de ‘Padre de la Patria Andaluza’ está muy bien para recordarlo cada dos por tres, pero se queda totalmente vacío cuando quien emplea el término no cree en ello, demostrándolo con sus actos.
Es cuanto menos curioso que se aprobara esa designación de Blas Infante en el Parlamento Andaluz (abril de 1983), como queda recogido en el Preámbulo de nuestro Estatuto de Autonomía, con el apoyo de partidos políticos con sede central en Madrid, que nunca han contemplado la existencia de una ‘Patria Andaluza’, ni la contemplarán, pese a su utilización como instrumento de rédito electoral.
Hoy en día, en nuestra Autonomía, es verdad que se tiene una libertad relativa para administrar, desde aquí, desde Andalucía, con una supuesta cesión de competencias, si bien, el control de papá Estado siempre está vigente (a través de órganos como el Tribunal de Cuentas de España o sobre todo, el propio Gobierno Central).
Sin duda hay dos puntos negros que han dilapidado la consolidación de una Autonomía tal y como la hubiera propuesto Blas Infante y los diferentes defensores de la creación de un Estatuto de Autonomía para Andalucía, que supusieron un compendio de políticas y políticos andaluces, de partidos diversos, que apoyaron la consecución de ese Estatuto promovido de manera protagonista, eso sí, por Blas Infante y los suyos, los andalucistas históricos.
El primero de esos puntos negros es la falta de concreción de un partido o partidos andaluces independientes de Madrid.
Andalucía ha negado sistemáticamente su apoyo a partidos propios, mientras que ha dado mayorías absolutas a partidos con sede en Madrid.
Hablar de la independencia de PP-A o de PSOE-A respecto a sus órganos de control en Madrid, es construir un Poder Político Andaluz sobre cimientos pantanosos.
Ambos partidos, PP y PSOE han ido flexibilizando sus mensajes, al respecto de la heterogeneidad de los pueblos que se asientan en el territorio español, pero no dudan en pactar para dominar el Poder en Madrid, aunque el pacto suponga potenciar esa España de dos velocidades.
Es decir, los españoles somos todos iguales en teoría, según la Constitución, pero traicionados por la práctica interesada partidista centralista.
El devenir de la Historia del Estado Español, y especialmente tras la Transición, nos muestra como esos partidos, y otros anteriores de carácter centralista (o incluso la propia Dictadura) no han dudado en desarrollar pactos de gobernabilidad en Madrid, con poderes políticos nacionalistas, muy bien representados en la capital de la política estatal, a cambio de sacrificios que han debido pagar otros, con Andalucía a la cabeza. También hay que decir que de esos gobiernos centrales también siempre ha salido muy favorecida la propia capital, Madrid.
Así, no sólo el nacionalismo independentista ha potenciado una España de dos velocidades, con exigencias basadas en sus propios intereses, sino que la propia capital del Estado Español y especialmente, las políticas y políticos que mueven los hilos del Estado desde Madrid, han contribuido a ello.
De este modo, el Pueblo Andaluz no ha hecho otra cosa que consolidar el desequilibrio de poderes políticos en los órganos principales decisivos en la política estatal.
Su identificación con el PSOE-A, durante 40 años, y ahora con la mayoría absoluta entregada al PP-A, como partidos que defenderían los intereses de las andaluzas y andaluces, como representantes de ese Poder Político Andaluz, es un error histórico estratégico del propio Pueblo Andaluz.
Los 40 años de PSOE-A al frente de nuestra Autonomía no solucionaron nuestros graves problemas estructurales, y las políticas actuales del PP-A, tampoco hacen vislumbrar un cambio o punto de inflexión en la evolución que ya marcó el PSOE-A.
Y afirmamos esto porque los indicadores de las rentas medias más bajas europeas, los índices más altos de paro, los índices de emigración, los índices de mayor riesgo de empobrecimiento familiar, los índices de los barrios más pobres de Europa, los índices de un subdesarrollo industrial, los índices de la menor inversión por alumno del Estado (aunque se haya incrementado), están aquí, en Andalucía. No es sólo una opinión, es una realidad, demostrable.
El segundo punto negro, que se antoja igual de importante o incluso más que el anterior es la financiación.
La Autonomía Andaluza no sólo no cuenta con los ingresos que debería tener en base a la autonomía más poblada del Estado Español, sino que además, ve dilapidada su capacidad de acción con un sistema recaudatorio de impuestos que para nada tiene que ver con el sistema de tasas asociado al cupo vasco y a su autogestión tributaria.
De este modo, casi el 50% de los impuestos andaluces, de una población de 8.500.000 aproximadamente de habitantes, se gestiona desde Madrid.
En el cuatrienio 2019-2022, según datos del gobierno de la Junta de Andalucía, se han recaudado en tributos 68.769 millones de euros, a razón de una media anual de 17.192 millones de euros. De estos se pueden ceder al Estado Español entre un 45 y un 50%.
Pongamos un 45%. Supondría unos 7.736 millones de euros. Se supone que esos impuestos luego vuelven a la Autonomía con los Presupuestos Generales del Estado.
Pues bien, en los Presupuestos Generales de este año, la cantidad asignada a Andalucía ha sido de 2.318millones de euros, más otras cantidades en las partidas de Defensa, que pueden hacer crecer este presupuesto hasta los 2.600 millones.
¿Dónde está el resto del dinero tributado en Andalucía? ¿no faltarían más de 5.100millones?
¿Por qué autonomías punteras, pero con menor población, han tenido un mayor presupuesto, como por ejemplo Cataluña?
¿Por qué Andalucía no exige un sistema fiscal como el que disfruta el País Vasco? Próximamente analizaremos en detalle las ventajas fiscales que supone ese cupo vasco.
De este modo, es como tenemos una supuesta estructura autonómica y un Estatuto Autonómico (aún sin desarrollar completamente) con un envoltorio muy bonito, pero vacíos de contenido en muchas de sus facetas y con un acusado servilismo al interés del Poder Central.
Volvamos a preguntar,¿realmente se precisa ese Poder Andaluz Político?
Sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor.
BNG en Galicia, Partido Cántabro en Cantabria, Compromís en Valencia, Coalición Canaria en las Islas, Teruel Existe en Aragón, son ejemplos, junto a los partidos de Cataluña o del País Vasco, de que para ‘pintar’ algo en la política estatal, es necesario contar con partidos estructurados e independientes de Madrid.
Todos ellos tienen representación en los órganos centrales del Poder Político Español.
Todos ellos pactan. Y hay que recordar que en un pacto siempre se consigue algún beneficio para cada una de las partes protagonistas de dicho pacto.
Los beneficios que han obtenido esos Pueblos de esa representación a nivel estatal son innumerables: redes de cercanías, metro, Corredor Mediterráneo, aportaciones presupuestarias extraordinarias, infraestructuras, inversiones industriales, etc.
Andalucía, pese a lo que nos quieran vender, no tiene esa opción, porque las andaluzas y andaluces así lo queremos y así lo negamos.
Las andaluzas y andaluces no contemplamos como opción el tener partidos fuertes autónomos de los órganos decisorios de Madrid (al menos de momento), porque no llegamos a concebir su necesidad.
¿Conformismo? ¿falta de cultura política? ¿defensa extrema de la unidad nacional española? ¿falta de indentidad?
Nuestros gobiernos se pliegan a los designios de Madrid, o viven en una confrontación artificiosa que no aporta beneficio alguno al Pueblo Andaluz. Enfrentamientos continuos de PSOE-PP, o PP-PSOE entre Gobiernos Autonómico y Central, se alternan con períodos de paz, cuando el mismo partido gobierna en ambos sitios. Curiosamente en esas épocas no hay nada que discutir, ni que reclamar. Todo está bien.
Y todo esto pasa simplemente porque los gobiernos autonómicos votados libremente por las andaluzas y andaluces son una prolongación partidista del Poder Central.
Podríamos hablar de los recortes de Rajoy hacia Andalucía, del pago de la deuda de Zapatero en ‘especias’ y por debajo de su verdadera valoración, del túnel de la SE40 que Juan Espadas llevó a Madrid, para que el gobierno central de Sánchez lo cambiara por un puente tras una vergonzosa sangría de gastos en saco roto, de los pactos del Sr.Aznar o del Sr.González para dar a otros lo que se niega a Andalucía, o del discurso del Sr. Moreno Bonilla (curiosamente borrado de redes e internet), donde sólo reconocía una nación, la nación española, cuando ahora se erige como defensor del ‘Andalucismo’.
¿Sabrá usted lo que significa eso?
¿Ha leído usted el último informe de la Cámara de Cuentas Andaluza sobre el grado de ejecución de los fondos NEXT GENERATION? ¿es ese su ‘Andalucismo’?
Y todo sin necesidad de pasar por el vergonzoso capítulo de los EREs, para mayor gloria de Andalucía. Capítulo tan aireado por aquellos que han pagado su sede central con dinero en B.
La lista de agravios sería interminable.
Probablemente las andaluzas y andaluces debamos darnos cuenta de una vez, de que sólo asumiendo un control real, desde aquí, desde Andalucía, podremos poner fin a nuestros problemas estructurales, arrastrados desde hace siglos.
¿A nadie le sorprende que tras 45 años desde la aprobación de la Constitución Española y el proceso de Transición y con la aportación de cantidades ingentes de dinero desde Europa, Andalucía siga manteniendo exactamente los mismos problemas estructurales? ¿De verdad han sido acertadas las políticas autonómicas y estatales puestas en juego para acabar con estos problemas?
¿Tan necios somos las andaluzas y andaluces que no hemos sabido arreglar esos problemas en estos 45 años?
¿O interesa mantener un vasto territorio como el andaluz libre de un Poder Político Propio para poder seguir esquilmando sus recursos naturales y humanos para el enriquecimiento y desarrollo de otras zonas?
A las puertas del 28 de Febrero, dejamos estas reflexiones encima de la mesa.
Consideramos que el 28 de Febrero, ante la actual situación del Pueblo Andaluz, debe ser un Día de Reivindicación y Exigencia para la Concrección de una Autonomía Real y Consolidada.
Sólo entonces podrá ser un día para la fiesta y el regocijo de nuestra Realidad.