Mañana, 9 de junio, acudimos a depositar nuestro voto para el Parlamento Europeo. Más de 6.640.000 andaluzas y andaluces (si bien la Población Andaluza ya asciende a más de 8.500.000 habitantes), según el último censo electoral para las autonómicas, tenemos la oportunidad de elegir quién nos representará en el Gobierno de Europa,
Una Europa que debería atender a sus diferentes integrantes y gobernar con políticas que mejoren la vida de todas esas personas europeas diferentes que la constituyen. Es sencillo. Gobernar para facilitar el día a día a quien depende de las decisiones de este gobierno.
Gobernar, por ejemplo, para que las gentes de los campos de Andalucía reciban un precio justo por los productos que generan tras sus duros trabajos y las incertidumbres climáticas.
Gobernar para que las andaluzas y andaluces que producen leche y otros productos primarios no estén a merced de los intereses del ‘mercado’ (o mejor dicho de las multinacionales que lo manejan), obligándoles a cerrar sus granjas al no cubrir ni tan siquiera costos.
Gobernar para que las oportunidades se distribuyan por igual en todo el terreno europeo, de modo que si una andaluza quiere ser bióloga, por ejemplo, no tenga que irse fuera de nuestras fronteras a ganarse la vida, porque simplemente en Andalucía lo que abunda es el trabajo de hostelería y servicios, a pesar de contar con uno de los entornos ambientales más rico y diverso del suelo europeo.
Gobernar para preservar la “atención médica” y la “educación” de los europeos. Garantizando una igualdad que puede ser rota cuando otros llegan a condicionar el equilibrio social para cumplir con unos objetivos económicos que sólo benefician a una minoría frente a una mayoría.
Gobernar para hacer crecer una industria sostenible, en equilibrio con nuestros ecosistemas, que en el caso particular de Andalucía está muy por debajo de sus posibilidades. Una industria que nos permitiría dar forma a nuestros propios productos, despertando una inversión en tecnología que se convertiría en revulsivo de nuestras vidas. Una industria que huya de la producción armamentística, algo que no casa con la forma de concebir la vida andaluza.
Gobernar para que las personas que emprendieron la aventura de esta Europa competitiva y unida, no mueran solas, desatendidas y en condiciones precarias.
Gobernar para que nuestra población (seguimos viéndolo desde el prisma andaluz), no se piense si traer o no niñas o niños al mundo, porque entre otras cosas, no tiene acceso a una vivienda digna, convirtiéndose en un reto casi imposible la consolidación de una familia de cualquier conformación y diversidad posible, en lo que a sexo se refiere.
Gobernar para atender a todas las europeas y europeos por igual, con iguales derechos y deberes, tengan o no discapacidades, sin obligar a miles de familias a condicionar sus vidas para cubrir necesidades en entes privados ante la falta de respuesta de la Administración Pública.
Gobernar para cuidar nuestro ‘entorno natural’, ese que tanto hemos deteriorado, y que afecta a toda la flora y fauna que nos rodea, y que sobre todo nos daña, como ‘boomerang’ que vuelve, a nosotras y nosotros mismos.
Y en ese Gobierno Europeo, en ese Parlamento Europeo, en ese conglomerado de representantes de cada rincón de los Estados de Europa, sin duda, no estaría de más que Andalucía, tuviera una voz propia, sin que esté plegada a intereses partidistas que dependan de terceros para mantener el Poder Central de la capital del Estado.
En otras palabras, no estaría mal que Andalucía tuviera unos representantes elegidos en suelo andaluz, para defender los intereses del Pueblo Andaluz, y cuyos órganos de dirección, la dirección de los partidos de estos representantes, no empleara ese voto andaluz como herramienta de pactos que para nada benefician a las andaluzas y andaluces, sino todo lo contrario.
La esperanza de ver a un partido netamente andaluz alcanzar cierta cuota de poder que permita simplemente dotar a Andalucía de una ‘voz’ de la que carece, se nos antoja una oportunidad que las andaluzas y andaluces deberíamos contemplar con ilusión y reflexión.
Ya hemos visto demasiadas veces que los partidos con órganos de dirección ubicados en Madrid, juegan con el voto andaluz para resolver cuestiones que bien poco afectan a la solución de los problemas andaluces, y que no conformes con postergarlos, incluso demasiadas veces, los agravan.
En ese mismo saco entran los partidos centralistas que todas y todos conocemos: PSOE, PP, Cs, Podemos, Sumar, etc.
La ultraderecha, ese peligro que se cierne sobre Europa (una vez más), no puede ser olvidada y merece mención aparte (por el riesgo que ella misma entraña, a pesar de su disfraz de carácter democrático) y tampoco debe ser votada, porque precisamente ataca de pleno a la diversidad que caracteriza a ésta, nuestra Europa actual, y a unas relaciones de cordialidad, de paz y de prosperidad de todos los países, tanto europeos como de su entorno.
Volviendo al hilo de nuestro artículo, este domingo, Andalucía tiene la oportunidad de votar en Andaluz, y no nos resignamos a vivir sin fe en que algún día, ese grito de ¡Andaluces Levantaos! que Blas Infante escribió en nuestro himno pueda verse reflejado en una cita electoral, que bien pudiera ser la de mañana.
Andalucía sigue sin tener ‘voz propia’ en Europa, como tampoco la tiene en el Parlamento de España. Y el caso es que la necesita. El mero hecho de que esas y esos representantes andaluces tengan la oportunidad exponer públicamente nuestras necesidades y problemas, exigiendo su resolución, ya supone un primer paso crucial.
Un avance para que las más de 8.500.000 andaluzas y andaluces que constituimos más del 17% de la Población Española, tengamos una voz que nos represente de manera clara y firme, defendiendo nuestros intereses y cubriendo nuestras necesidades, algo que hoy, sencillamente no ocurre.
Y es que hoy en día, ese ¡Andaluces Levantaos, Pedid Tierra y Libertad!, sencillamente hay que pedirlo en Europa, las andaluzas y andaluces debemos tenerlo claro.
Allí, en Bruselas, se centraliza la toma de decisiones que repercuten directamente en cada una de nosotras y nosotros, la Población Andaluza
Ante las dos alternativas que se nos presentan, seguir confiando en el criterio de los órganos de dirección de los partidos centralistas o estatales ubicados en Madrid, o, por el contrario, confiar en un conjunto de personas andaluzas, con órganos de dirección centralizados en Andalucía, podemos analizar lo que ya hemos vivido con la primera de las opciones. Apostar por partidos de corte centralista o estatal, ya nos ha confirmado las consecuencias de nuestra elección.
¿Qué mal supone dar una oportunidad a esa otra alternativa netamente andaluza?
La alternativa de otorgar un ‘Poder’ a ese conglomerado de andaluzas y andaluces que están dispuestos a luchar por solucionar nuestros problemas, sin que nadie de su propio partido venga a condicionar ese trabajo por otros intereses globales ajenos a las necesidades de la propia Andalucía.
Quizás Andalucía, tras el gobierno del PSOE y ahora, los más de 5 años del PP, dejando atrás antiguos miedos, ha llegado a la madurez política para plantearse, ¿esto es todo lo que tenemos? ¿Acaso las andaluzas y andaluces no somos capaces de generar partidos propios que, de manera independiente a los Poderes Globales capitalinos puedan dar solución a nuestros problemas estructurales?
Adelante Andalucía, uno de los partidos netamente andaluces, no concurrirá a las elecciones. Tras votación, se ha decidido no acudir a la cita para poder disponer de más recursos de cara a la preparación de las próximas Elecciones Autonómicas Andaluzas.
Pero, sí habrá una papeleta ‘Andalucista’ en las mesas electorales. Y no nos referimos al ‘maquillaje’ postizo que emplean otras formaciones políticas, sino a la apuesta grupal de mujeres y hombres de Andalucía que han creado los mimbres de un bonito e ilusionante proyecto en ‘Ahora Andalucía’, un proyecto renovado ‘Andalucista’ con un objetivo claro, la mejora de Andalucía en todas sus facetas.
Un joven Francisco Javier García Fernández, de 36 años, Profesor de Historia Contemporánea en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, encabeza una lista surgida de la integración de un Andalucismo demasiado tiempo roto y diseminado. Una lista que ha crecido de la generosidad de muchas y muchos que, a sabiendas de que la dedicación a la política bajo estas directrices no ofrece ‘premios’, como sí ocurre en otras formaciones mucho más poderosas y bien financiadas, han puesto su tiempo y dedicación al servicio de ese objetivo tan maravilloso que es el de dar voz a Andalucía en el Parlamento Europeo, buscando dar solución a sus problemas.
No sabemos si ‘Ahora Andalucía’ conseguirá representación mañana. Pero con una mirada aún más amplia, más allá de estos comicios, en el horizonte, sin duda es de elogiar el que ese Andalucismo hecho añicos tras la disolución del extinto Partido Andalucista, y con una lección bien aprendida, haya sido capaz de anteponer la necesidad de una Voz Andaluza y el bien común de nuestro Pueblo, a otros intereses que a todos los efectos quedan en un segundo plano.
En lo que respecta al plano político, hemos visto en todos estos años a un PSOE cortijero que acabó como acabó en los tribunales, un PP de maletines y sedes hechas con dinero B, que ahogó económicamente a Andalucía, en tiempos del señor Montoro, y que ahora, desde un nuevo cortijo, expolea el desarrollo económico (que sigue en tasa anual por debajo del crecimiento de España) a costa de los servicios públicos andaluces, de la Sanidad y de la Educación Públicas.
Vimos a un PA que pagó caro alejarse de sus directrices fundacionales, en tiempos del PSA, buscando un camino que no era el que las andaluzas y andaluces necesitaban, como si el desprenderse de aquella «S» le hubiera quitado todas las energías positivas y de reforma que buscaban inicialmente para el Pueblo Andaluz.
Hemos visto a una izquierda estatal que en sus continuas contradicciones, nunca ha dado su lugar a una Andalucía necesitada de algo más que palmaditas en la espalda.
Y también hemos presenciado el crecimiento de una ultraderecha sustentada en obreros, trabajadores y autónomos hastiados de impuestos, sinvergüenzas y manipuladores, que se han dejado cautivar por mensajes populistas.
Quizás ha llegado la hora para el renacer de un Andalucismo que simplemente crezca sin otro interés que el de mejorar la vida de las andaluzas y andaluces. Y si puede ser desde la cuna europea, mejor que mejor. Todo ello cuando los análisis más recientes de distintos organismos confirman una realidad andaluza con más del 37,5% de su población en riesgo de pobreza (11 puntos más que la tasa en España), porcentaje que lejos de reducirse, crece, confirmando a Andalucía como la región más pobre de Europa, siendo, sin embargo, una de las más ricas en recursos. Extraña e injustificable contradicción.
Decidas lo que decidas mañana, gracias por acudir a una cita en la que Andalucía se juega mucho.