Hace ya algunos años, pero sobre todo a raíz del primer debate de investidura de Pedro Sánchez (2018), comencé a prestar más atención a esos debates del Congreso de los Diputados. Me di cuenta de que en ellos se hablaba sobre Cataluña, País Vasco, Galicia, Cantabria, Canarias, Valencia, Madrid, Aragón,,,, pero de un modo reiterativo, una serie de autonomías quedaban fuera del debate político, entre ellas, Andalucía.
Curiosamente la Autonomía más poblada, la segunda mayor en extensión territorial y la que aporta el mayor PIB bruto después de Madrid y Cataluña.
Andalucía era obviada, olvidada y callada.


Investigando sobre la existencia o no de partidos andaluces, pude confirmar en paralelo a mi indagación, que entre esos diputados del Congreso, Andalucía contaba con la mayor cantidad asignada de ellos, con la mayor representación de diputadas y diputados. 61 en total, designados por Andalucía, que sin embargo, no exponían nada acerca de los asuntos concernientes a la Autonomía Andaluza en esos debates, nada de argumentos ni mucho menos, exigencias o peticiones.
Cataluña cuenta con 48 escaños. El País Vasco con 18 diputados. Madrid aporta 37 diputados. No sé si os dais cuenta del ‘Poder’ que podría ejercer Andalucía en las decisiones a nivel estatal y global en el Estado español con esos 61 diputados.
En mi búsqueda de partidos netamente andaluces encuentro a ‘Nación Andaluza’, no son muchos pero tienen las ideas claras, quieren la independencia de Andalucía de un Estado, al que consideran opresor y culpable de la situación andaluza, de la situación de la ‘Nación Andaluza’.

También descubro a ‘Andalucía por Sí’, un partido que aglutina gentes procedentes del extinto Partido Andalucista, pero también savia nueva, con militantes que nunca fueron afiliados a dicho partido, y de distintas ideologías, si bien, pese a excepciones más escoradas a la derecha, predominan las que se mueven en el intervalo de la izquierda y centro-izquierda. ‘Andalucía por Sí’ es heredera de la tradición municipalista del PA y cuenta con un buen número de concejales en determinados ayuntamientos andaluces, aunque nada que ver con el número que llegó a tener ese extinto Partido Andalucista (hasta 545 concejales y 30 alcaldías con 356.000 votos, la 5ª fuerza política más votada de España, año 1999).

Un tiempo después, desde la izquierda, en el año 2020, se produce la reivindicación de Teresa Rodríguez, que exige la formación de un ente político propio dentro de Podemos que dé respuesta a las necesidades del Pueblo Andaluz. Esa reivindicación, guiada por el liderazgo político de la política gaditana, derivará en la semilla que germinará para conformar la actual ‘Adelante Andalucía’, donde confluyen partidos de izquierdas que se mueven entre unas posiciones más extremas, como es la de ‘Anticapitalistas’, y otras menos, pero con un mayor sentimiento Andalucista, como ocurre con ‘Izquierda Andalucista’ y ‘Defender Andalucía’.

Pero, ¿qué es eso del Andalucismo?
Cuando te adentras en la política en Andalucía, desde absolutamente el ‘cero’ político, que era mi caso, pues nunca antes me había interesado por el tema político, si bien siempre he participado en las elecciones, vas tomando conciencia de la realidad de las andaluzas y andaluces, de su Historia, de su Economía, de su Cultura, de sus Servicios,…porque, al final, todo está relacionado con dicha política.
Descubres que ese Andalucismo cultural, que desde los partidos centralistas, los partidos con sede en Madrid, compuestos por muchas y muchos de los propios andaluces y andaluzas, ha querido ser reconocido, como una etiqueta que se puede entregar a todos aquellos que se gusten de Andalucía, no es el Andalucismo verdadero.
Y no lo es porque ese Andalucismo está vacío de contenido político. El Andalucismo surge históricamente como una respuesta reivindicativa al olvido, a la explotación, a la desigualdad y a la falta de desarrollo e incluso a la marginación de las gentes de un territorio como el andaluz.
Ese Andalucismo es alimentado por aquellas y aquellos que creen que Andalucía, contemplándola como un Pueblo ligado a una tierra, como una nación, la Nación Andaluza, merece algo mejor, y en su camino, descubren que ese algo mejor no se puede alcanzar por las trabas impuestas por terceros, muchas veces, por las propias hijas e hijos de la misma Andalucía que se alinean con los poderes centrales del Estado español.

Para buscar las primeras pinceladas del Andalucismo en nuestra historia, hay que retroceder al siglo XIX, cuando en tiempos de la 1ª República, se produjo una rebelión de determinados territorios en toda España, con gran protagonismo de las ciudades andaluzas, Málaga, Sevilla, etc, que pretendían una implantación de un modelo federal para todo el territorio español. Un nuevo sistema que diera una autonomía suficiente para la toma de decisiones locales en esa nueva configuración federal. Es lo que se conoce como la ‘Rebelión de los Cantones’, o la ‘Rebelión Cantonal’. Por supuesto fue aplastado a sangre y fuego, pese a que la propia República se había planteado inicialmente la necesidad de la evolución hacia un proyecto federal de España. Sin embargo, y como muestra de su estatus de poder, finalmente se aferró al ‘centralismo’ más radical, combatiendo y ajusticiando a los que se habían alzado en aquellos ‘cantones federalistas’.
Ninguno de vosotras o vosotros habréis leído de estos sucesos en el colegio o instituto, cuanto menos curioso.
Es otra cosa que he podido percibir en mi descubrimiento del Andalucismo. La Historia de Andalucía, (desde el silencio y marginación de la Cultura Tartésica, la repulsión por el Califato de Córdoba en Al-Andalus, con figuras de tanto brillo como Averroes o Maimónides, reconocidas incluso por culturas tan lejanas y diferentes como la anglo-estadounidense, o la imposición del concepto de ‘Reconquista’, que nunca debió llevar ese “Re-“, fruto de la campaña desplegada en el régimen franquista y mantenida tras la Transición, y sí el calificativo de “Castellana”, o la ocultación de hechos como la Rebelión Cantonal, o bien, el silencio por parte de ambos bandos sobre la matanza en la carretera de Málaga a Almería en la Guerra Civil) siempre ha sido condicionada y lo que es más triste, ocultada a los integrantes del propio Pueblo Andaluz.




¿Qué se ha perseguido con esa ocultación? Por favor, sois libres de sacar vuestras propias conclusiones. Sois libres de pensar.
Y si es triste la ocultación, duele más la falta de interés en el conocer. La falta de ilusión por obtener respuestas, por conocer el porqué de una realidad.
Cuando te adentras en el Andalucismo, descubres épocas de esplendor de Andalucía, y épocas de oscuridad. Y te entristece mucho que oportunidades históricas, como la Transición Democrática o la consecución del Proceso Autonómico no hayan supuesto el punto de despegue de un Poder Político Andaluz, con una consecución de un mejor ‘estatus’ para Andalucía.
Un ‘Poder’ como el que perseguía Blas Infante. El Andalucismo consigue un segundo punto álgido de la mano de este malagueño de Casares, Blas Infante Pérez De Vargas.

Cuando descubres el Andalucismo te resulta irónico que a este insigne ANDALUZ con mayúsculas se le designara, fundamentalmente por los partidos centralistas (mayoritarios en el Parlamento Andaluz), como ‘Padre de la Patria Andaluza’ tal y como recoge el texto de nuestro Estatuto de Autonomía. Padre de una ‘Patria’ (Nación) desdibujada, difuminada, olvidada,…
Pero eso sí, con un olvido provocado. No hay mejor arma para el olvido que encerrar todos los recuerdos y menciones de Blas Infante en su Casa de la Alegría, para luego esquivar las enseñanzas de sus ideas, la promoción de sus escritos, de sus obras, en los centros educativos andaluces. Honremos al ‘Padre de la Patria’ pero sin que el Pueblo tenga conocimiento de qué es eso de la ‘Patria (=Nación) Andaluza’.
¿De qué sirve ese reconocimiento político? ¿de qué sirve ese pomposo título? ¿de qué ‘Patria’ hablamos, si simplemente se evita?
Blas Infante no era un necio. No buscaba la gloria política. Es más, detestaba el comportamiento de muchos políticos. Amante de la República, había visto como los políticos monárquicos se habían acostado un día con la chaqueta monárquica y se habían levantado al otro día con la chaqueta republicana. Había visto atropellos a la población civil por parte de esos políticos que buscaban fundamentalmente su beneficio e interés personal y partidista. ¿Os suena esto a lo que ocurre en la actualidad?
“Por lo escrito, ya estará persuadido el lector de que no somos paflagonios, choriceros, voceadores de plazuela, estilo de aristofanesca farsa; sino hombres muy modestos, pero que han pasado toda su vida procurando ganaren profesiones catalogadas, dentro de marcos morales, dinero y espíritu, para darlos al Pueblo.
Nosotros consideramos la política como un juego de hombres. Como un fin, en si.
En vez de sacar el vicio de emborracharnos, hemos obtenido de nuestra ascendencia esta tara, de luchar por el crecimiento cultural del Pueblo.
Al contrario que los políticos profesionales, los cuales siempre se han encaramado sobre las espaldas del Pueblo, halagando sus pasiones demagógicas para obtener poder o dinero que les permita el adorno salvaje, repugnante a nuestro sentido estético, de ceñir la curva de la panza con gruesas cadenas de metal, o los dedos de las manos con robustos sortijones.”
Este es un fragmento de unos de los libros de Blas Infante, “La Verdad sobre el Complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía”.

Blas Infante no creó ningún partido político. Sin embargo, sí participó y conformó organizaciones con carácter político que se presentaron a elecciones. Precisamente, escribió este libro como respuesta pública a la campaña de persecución y desprestigio que sufrió la organización que había creado en la ‘Candidatura Republicana Revolucionaria Federalista Andaluza’ donde consiguió la confluencia de militares, con un candidato, héroe de la época, como era Ramón Franco (hermano del futuro dictador), y la confluencia también de los movimientos anarquistas andaluces, gracias a su amistad con el líder anarquista Pedro Vallina.
El temor del Gobierno Centralista de la República (no hay que olvidar a que en aquella época Sevilla era conocida como Sevilla La Roja por la fuerza que había cobrado fundamentalmente el movimiento anarquista agrario) supuso una actuación contra esta candidatura, acusada (acusación que nunca se demostró) de promover una revuelta para alcanzar el Estado Libre de Andalucía en el llamado ‘Complot de Tablada’.
Cuando lees a Blas Infante, cuando descubres su luz, cuando compruebas cómo creó junto a sus compañeras y compañeros los Centros Andaluces para llevar la cultura al Pueblo Andaluz, para despertar la Identidad de un Pueblo semiesclavo, cuando lees cómo se ofrecía a dar servicios gratuitos como notario y abogado a los propios jornaleros que no tenían con qué pagarle…:
“Yo tengo clavada en la conciencia desde mi infancia, la visión sombría del jornalero. Yo he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales; he presenciado cómo son repartidos entre los vecinos acomodados, para que éstos les otorguen una limosna de trabajo, tan sólo por fueros de caridad; los he contemplado en los cortijos, desarrollando una vida que se confunde con la de las bestias; les he visto dormir hacinados en las sucias gañanías, comer el negro pan de los esclavos, esponjado en el gazpacho mal oliente, y servido, como a manadas de siervos, en el dornillo común; trabajar de sol a sol, empapados por la lluvia en el invierno, caldeados en la siega por los ardores de la canícula, y he sentido indignación al ver que sus mujeres se deforman consumidas por la miseria en las rudas faenas del campo; al contemplar cómo sus hijos perecen faltos de higiene y de pan; cómo sus inteligencias pierden, atrofiadas por la virtud de una bárbara pedagogía, que tiene un templo digno en escuelas como cuadras, o permaneciendo totalmente incultas, requerida toda la actividad, desde la más tierna niñez, por el cuidado de la propia subsistencia, al conocer todas, absolutamente todas, las estrecheces y miserias de sus hogares desolados. Y, después, he sentido vergüenza al leer en escritores extranjeros que el escándalo de su existencia miserable ha traspasado las fronteras, para vergüenza de España y de Andalucía.”

…sólo entonces compruebas la fuerza del mensaje de un hombre bueno, muy inteligente (acabó Derecho en la mitad de años) y sacó la plaza de notario antes de tener la edad para poder ocupar su plaza, a los 25 años. Un hombre que casado con Angustias García Parias, una grandísima mujer descendiente de familia pudiente, pudo haber tenido una vida acomodada y tranquila. Pero su amor por Andalucía le hizo tomar otro camino.
Tras las acusaciones por el Complot de Tablada, Blas Infante, desencantado se retira de la primera línea política. Pero tras la aprobación de los Estatutos de Autonomía vasco y catalán, se le nombra Presidente de Honor de la Junta Regionalista que se encargaría de la campaña andaluza que debía acabar con la aprobación del Estatuto de Autonomía de Andalucía.
Blas Infante había iniciado esa campaña en Sevilla, Cádiz y Jerez de la Frontera, recabando apoyos para que el Estatuto Andaluz saliera adelante.
No sería así. Detenido en su propia casa, cuando se disponían a celebrar el santo de una de sus hijas por los golpistas fascistas falangistas, sería asesinado por orden del militar represor y asesino, Gonzalo Queipo de Llano, el 11 de agosto de 1936, 9 días después de su detención. (Ocho días más tarde, Federico García Lorca seguiría la misma suerte, por orden de la misma mente criminal ejecutora).
Angustias, que trató de impedir la ejecución de la orden, postrándose de rodillas ante su tío, Pedro Parias, que había sido designado gobernador por Queipo, nada consiguió. Blas Infante había cruzado la peligrosa línea de animar a los jornaleros, a las jornaleras, a las andaluzas y andaluces humildes para que pidieran ¡Tierra y Libertad! Eso no podía ser perdonado por un Golpe de Estado fascista, ultraderechista y conservador.

Gracias a Angustias se conservó la mayoría de las obras de Blas Infante, que ella guardó con mimo, ocultándola de la represión del terror.
Me gustaría señalar que en la época de Blas Infante ya existía el socialismo, así como el comunismo y anarquismo. Por supuesto, también el liberalismo y tristemente el falangismo.
El socialismo trató de captar a Blas Infante para su movimiento, pero Blas Infante y la militancia del Andalucismo Histórico permaneció independiente, asentando las bases de un nuevo movimiento político, el Andalucismo. Pese a todo, el humanismo del notario casareño le condujo a tener amistades en todos los movimientos políticos, incluso en el falangista, pero ninguno de ellos pudo evitar su asesinato.
Profundizando en la política, observas como todo ser organiza en dos grandes bloques, el conservador y el progresista. Uno busca conservar lo que tiene, en beneficio de ciertas familias dotadas de privilegios y estatus autogenerados o heredados. El otro bloque busca el progreso de aquellos que tienen menos, de los que no tienen esa situación de abundancia, seguridad y estabilidad.
Sinceramente, no creo que el Andalucismo defendido por Blas Infante pueda asociarse al primer bloque. Pacíficamente, y con una compensación justa, la piedra angular del mensaje de Blas Infante (como puede verse en los escritos) y de sus políticas confluía en una Reforma Agraria, que haría que las tierras andaluzas cambiaran de manos, desde los grandes terratenientes a la clase jornalera, que debía ser la semilla de una nueva clase agraria propietaria que con su evolución conseguiría el crecimiento posterior de una clase industrial y burguesa.
Blas Infante, en sus escritos, habla de Andalucía como una Nación. Es verdad que no llega a promover la ruptura total con España, pero sí habla de un Autonomismo (Federalismo) que por supuesto va más allá de la actual Autonomía que tiene Andalucía y que, como se ha comprobado, no ha servido para que Andalucía deje atrás unos problemas estructurales que aún hoy la siguen atenazando como cadenas lastradas.
Tras la oscuridad del régimen franquista, tras el terror y la muerte de más de 45.500 ejecuciones civiles sólo en Andalucía (donde más saña se empleó), con más de 708 fosas comunes, el Andalucismo vuelve a ver la luz tras la Transición.
Algunos de los que fueron seguidores de Blas Infante, como Juan Álvarez-Ossorio o Emilio Lemos, pasarán el testigo a un grupo de jóvenes políticos que darán forma al primeramente denominado PSA, Partido Socialista de Andalucía (no confundir con el PSOE) y luego designado como PA (Partido Andalucista).
Nombres como Alejandro Rojas Marcos, Pepe Aumente, Luis Uruñuela, Miguel Árredonda o Carlos Cano brillarán con luz propia en el desarrollo de un partido y de un movimiento, insignia del Andalucismo en la época, que recuperará la figura de Blas Infante y su obra, recuperará la Arbonaida y su Escudo, recuperará el Himno de Andalucía y será clave en la consecución de la Autonomía Andaluza.

Todo ello, sin contar con el apoyo mayoritario de las andaluzas y andaluces, que lamentablemente confiarán en las promesas de otro partido, el PSOE, aceptado como el ‘Partido Andaluz’, cuando el tiempo ha puesto en su sitio a cada protagonista de esta época.
Y es que cuando profundizas en política, vas descubriendo cómo los lobos se visten de corderos…
Así, descubres que antes de la aprobación de la Constitución Española, el 6 de diciembre de 1978, el Pueblo Andaluz se tiró a la calle para pedir una Autonomía de primera para Andalucía, como la que se preveía para Cataluña, País Vasco y Galicia, y lo hizo el 4 de diciembre de 1977. Millones de andaluzas y andaluces salen a la calle a pedir autonomía ese día, día que se tiñe de sangre cuando un joven, Manuel José García Caparrós, es asesinado en Málaga por un policía, un crimen aún hoy sin castigo.

La Constitución Española había sido diseñada con la complicidad de la extinta UCD y del PSOE para reconocer la Autonomía de las llamadas Nacionalidades Históricas, donde se había incluido a País Vasco, a Cataluña y a Galicia. Andalucía quedaba fuera. Nada hizo el PSOE para evitarlo.
Sólo dejaron una puerta trasera para alcanzar ese mismo estatus de Autonomía de Primera, y la blindaron con un referéndum casi infranqueable, como no se ha visto nada igual en toda Europa.
La consulta debía ser superada por más del 50% del censo electoral en cada provincia, a pesar de que los censos no eran fiables, especialmente en provincias como Almería, donde incluso figuraban en el censo electoral personas ya fallecidas, ¿cómo iban a votar?
Y pese a las duras exigencias, se consiguió aprobar el referéndum en todas las provincias, superando ese 50%, excepto en Almería, a pesar de que en esta provincia se logró un 42.07% a favor, con un total de 119.550 votos a favor, frente a los 11.450 en contra, y los 14.527 en blanco.
Es entonces cuando aprovechando la figura de Rafael Escuredo, y sus ideas federalistas, el PSOE ve una oportunidad de afianzar su poder político en Andalucía, de manera que pasa a convertirse en un ‘defensor’ a ultranza de la Autonomía a partir de ese momento, condicionado por la inesperada respuesta que el Pueblo Andaluz había dado en la calle desde ese 4D del 77 y en los sucesivos años.
La situación se bloquea, y mientras Escuredo se mantiene firme en que Andalucía debe llegar al Autonomismo mediante el articulo 151 de la Constitución, Rojas Marcos, como líder del PA se sienta a negociar con representantes de la UCD para tratar de encontrar una solución al bloqueo. Este hecho sería aprovechado por el PSOE para acusar de ‘traidor’ al PA, propagándolo por sus numerosos medios de comunicación. Ese será el punto de inflexión para ambos partidos. El PA comenzará a perder posición política en Andalucía, mientras que el PSOE la ganará con la vitola de pasar a ser considerado como el Partido del Pueblo Andaluz.

Curiosamente, cuando se pone encima de la mesa una medida de primera necesidad para Andalucía, como es la Reforma Agraria, la dirección del PSOE decide cortar las alas a Rafael Escuredo, quien dimite de su cargo ante el bloqueo al que es sometido.
En un par de movimientos se había conseguido herir gravemente al PA y deshacerse del incómodo Rafael Escuredo. Una gran victoria para el PSOE, aunque no para el Pueblo Andaluz. Una gran victoria para sus líderes, curiosamente dos andaluces, dos sevillanos, Felipe González y Alfonso Guerra.
Sin embargo, ese Pueblo Andaluz se cree la versión del PSOE y durante casi 40 años se indentifica plenamente con su propuesta política para Andalucía. Es verdad que Andalucía evoluciona, pero siempre como última autonomía de España y de Europa.

El PA, siendo aún PSA, obtiene 5 diputados en las Elecciones Generales de 1979, su mayor logro en unas generales (326.000 votos), pudiendo formar grupo propio parlamentario. 2 de esos diputados fueron elegidos en Cataluña, con el voto fundamental de los emigrantes andaluces.
A partir de ese momento, el único partido realmente ‘Andalucista’ emprenderá un camino que, desde ese año 1979 hasta el año 2015, le llevará a su mejor resultado en las elecciones municipales de 1999 con 356.000 votos y a su disolución en su XVII Congreso, con un 72% de votos a favor, tras el declive continuo que sufrió.

Cuando llegas a este punto te preguntas muchas cosas. Quizás la más obvia, ¿por qué el Pueblo Andaluz no creyó en el PA y, sin embargo, sí lo hizo en el PSOE?
Desde mi perspectiva personal, entiendo que buena parte de culpa la tuvieron los grandes medios comunicativos que el PSOE fue aglutinando, y que el PA se mostró incapaz de crear o atraer. Medios que magnificaban cualquier problema en el seno del PA. Medios que ignoraban problemas similares en la orilla del PSOE, y aún más graves, como destapó la tormenta de los EREs.
Pero la política es muy compleja, hasta el punto que una Andalucía que se teñía mayoritariamente de rojo, como la rosa del PSOE, lo hace ahora completamente de azul, con ese fondo marino de la gaviota del PP.
Y mientras nacionalismos y regionalismos se vuelven condicionantes en el Gobierno Estatal de España, Andalucía ahora se deja llevar por las políticas liberales del Partido Popular, quien astutamente también ha cogido políticamente la bandera verde y blanca, tal y como hiciera antes el PSOE, para afianzarse en la Junta de Andalucía, proyección del Poder Político Andaluz.
Mientras, ¿dónde está el Andalucismo Político?
Tres corrientes polarizan el actual Andalucismo Político, como indicaba al principio. Por un lado, ‘Adelante Andalucía’, ahora bajo el liderazgo parlamentario de José Ignacio García y de Maribel Mora, con personas políticas de relieve en su seno, como Pilar González, Hector J.Lagier o Manuel Ruíz Romero. Por otro lado, las confluencias ‘Andaluces Levantaos’ y ‘Ahora Andalucía’, con un denominador común, la participación en gran medida en ambos proyectos del partido ‘Andalucía Por Sí’. Y por último, el independentismo a las claras de ‘Nación Andaluza’.



Sin embargo, la diferencia de poder económico y de poder comunicativo con medios afines de ambas formaciones respecto a los grandes partidos: PSOE, PP, Sumar, Vox, es abrumadora.
No cabe duda de que quien participa en ambos proyectos, ‘Adelante Andalucía’ o ‘Ahora Andalucía’, no lo hace con el fin de lograr una mejora económica personal, puesto que en estos partidos, son muchas veces las que hacer política le cuesta el dinero a uno mismo. La falta de grandes subvenciones y una financiación basada en las cuotas de militancia lo justifican.
No ocurre lo mismo en los grandes partidos centralistas, donde la abundancia de recursos y oportunidades ‘incentiva’ en muchos casos la dedicación de sus componentes y militantes.
Tras una Elecciones Europeas donde ‘Adelante Andalucía’ votó internamente no presentarse, y ‘Ahora Andalucía’ consiguió unos discretos resultados con un porcentaje del voto inferior al 1% del censo electoral andaluz, se abre una pregunta clave para el Andalucismo y sus militantes y simpatizantes.
¿Qué toca ahora?
De cara a las próximas elecciones autonómicas, ¿unidad, creación de un frente andalucista común, o bien, mantener las posiciones diferenciadas?
En la memoria, y salvando las distancias lógicas, el desastre de las ‘taifas andaluzas’ frente al poder hegemónico y compactado de las ‘fuerzas castellanas’ dotadas de mayores recursos materiales y humanos.
Personalmente creo que un acercamiento de posturas y un estudio de directrices comunes podría venir bien a ese ansiado objetivo común de lograr una Andalucía mejor para las andaluzas y andaluces.
En el futuro, una pregunta:
¿Crees que Andalucía necesita un Poder Político propio, sin órganos centrales partidistas en Madrid que lo condicionen?
Porque en ese caso sólo te queda una respuesta. Andalucismo.
Autor: Francisco José Cansino Díaz
