Hoy queremos trasladaros desde Avenate Andalú, la figura de Andrea de Morales. Esta maravillosa escritora andaluza, sevillana para más señas, que a sus treinta años está forjandose un sitio en el mundo de la Literatura Andaluza a través de sus obras, especialmente en lo que a novela histórica se refiere. Con su último proyecto, ‘La Biblioteca de Córdoba’ llegamos a esta entrevista. Como introducción, os adelantamos algunas pinceladas de su trama:
«Año 973 d. C. Hubo un tiempo en que solo los libros podían custodiar la sabiduría, y por ello se convirtieron en tesoros. Para protegerlos, nació en Córdoba la mayor biblioteca de la Historia de Occidente. Será allí donde llegue Nasir, un joven médico procedente de Bagdad, con la misión de encontrar un valioso manuscrito. Allí conocerá a Lubna, una de las esclavas más audaces y cercanas del califa, cuidadora de la sabiduría y los libros.
La biblioteca de Córdoba nos traslada a la época de esplendor del califato, donde las mujeres -poetas, matemáticas, conservadoras y catalogadoras- eran las encargadas de salvaguardar el conocimiento. Este relato extraordinario, repleto de intrigas palaciegas, misterios y pasión, marcará para siempre el destino de Nasir y Lubna.»
-¿Quién es Andrea D. Morales?
-La autopercepción siempre es un asunto bastante complejo. Pero supongo que si tuviera que presentarme diría que Andrea D. Morales es medievalista, especialista en Historia de género en al-Ándalus y escritora de novela histórica.
-Con «La Biblioteca de Córdoba» vuelves al género de la novela histórica. ¿Con qué te quedas de ésta tu última obra?
-Me quedo con infinidad de cosas y ninguna de ellas es histórica, pese a todo. Pero es que esta novela me ha enseñado, sobre todo, a ser paciente y benévola conmigo misma, a confiar más en mí, en mis habilidades y en los procesos, y a salir un poco de la zona de confort.
-¿Cuándo empezaste a escribir y cuántos libros has publicado hasta la fecha?
-Creo que llevo escribiendo toda la vida, desde bien pequeña, cuando en el colegio nos pedían hacer algún relato. De hecho, mis abuelos tienen guardado uno de esos cuentos infantiles que debí realizar con ocho años. Pero no fue hasta que llegué a la universidad cuando intenté transformar la pasión por la escritura en algo más.
Hasta el momento he publicado 8 novelas, sin embargo, algunas están actualmente descatalogadas.
-¿Cómo ha sido tu evolución como escritora? ¿y cómo historiadora?
-Como historiadora, supongo que mi mayor evolución se produjo durante la especialización, donde adquirí mucho más conocimiento, me atreví con temas nuevos, hice comparativas y propuse modelos más arriesgados, y ahondé en aspectos que hasta ese momento había dejado un poco abandonados en pos de otros que me resultaban más atractivos.
Como escritora, creo que La última sultana (Ediciones B) es un punto de inflexión en mi carrera literaria, a partir de mi inserción en la novela histórica se abre un camino lleno de posibilidades para mí. No obstante, la búsqueda de la excelencia en el plano literario nos lleva a todos los autores a una evolución constante, a un perfeccionamiento de nuestras habilidades, lo cual es palpable en cada obra. Por tanto, por mucho que La última sultana marque un hito en mi trayectoria profesional, los libros que escribo después (La dama de la judería y La biblioteca de Córdoba) sobresalen precisamente por eso, porque hay un progreso.
-¿En qué te ha ayudado y en qué te ha perjudicado ser historiadora a la hora de escribir tus libros?
-No creo que ser historiadora me haya supuesto perjuicio alguno a la hora de crear novelas. Es más, al ser todas de género histórico, mi formación académica es precisamente lo que me ha permitido llegar hasta aquí y ganarme la confianza de muchos lectores, que saben que siempre trato de ser rigurosa y acercar la historia al público.
-¿Crees que es fácil lanzarse a este mundo literario en Andalucía? ¿Qué has echado en falta?
-En general, el mundo literario es increíblemente complicado. Quizá porque es un oficio muy idealizado y en el imaginario colectivo prima una imagen muy equivocada del escritor.
Creo que todos los que trabajamos en el sector reivindicamos una mejora en las condiciones laborales, mejoras que sabemos que son posibles porque son las circunstancias que priman en países de habla angloparlante.

-Tus obras tienen como protagonistas a personajes femeninos. Muchas de tus obras se desarrollan en el esplendor o el ocaso de al-Ándalus. ¿Cómo era la vida de la mujer andalusí?
-Siempre digo que esto depende del estrato social. Las mujeres de estratos superiores tenían más restringidos los movimientos habida cuenta de que eran esposas, hijas, hermanas o familiares de gobernantes. En cambio, aquellas que pertenecían al grueso poblacional gozaban de mayor libertad.
Pero en general, la vida de las mujeres andalusíes no distaba mucho de la vida de las mujeres de ahora. Estudiaban, se casaban, cuidaban a sus hijos, cocinaban y mantenían el hogar. Algunas trabajaban desde bien jóvenes y otras entraban a trabajar ya casadas y con progenie para así aportar con su salario una ayuda a la economía familiar. Y, por supuesto, se divorciaban, enviudaban, heredaban, volvían a casar…
-Y ahora, ¿cuál crees que es la situación de la mujer andaluza?
-Vivimos en pleno siglo XXI, sin embargo, ¿no seguimos las mujeres estudiando, casándonos, ocupándonos del hogar y los hijos, cocinando y trabajando? ¿No seguimos heredando, enviudando, divorciándonos y volviéndonos a casar?
-¿Cuál de tus obras ha conseguido llegar más a la gente? ¿Lo esperabas?
-No sabría decirte. Quizá La última sultana, que ha acumulado unos 10.000 lectores, pero porque lleva mucho más tiempo en el mercado.
Si te soy sincera, no, no lo esperaba.
-Además de escritora, eres historiadora. ¿Crees que estamos asistiendo a un renacer de la Historia Andaluza siendo ahora vista a través de nuevas perspectivas más de la tierra, con historiadores andaluces?
-No soy especialista en Historia de Andalucía y, por tanto, las novedades que haya en este campo de investigación no terminan por llegarme, así que no sabría decirte si hay nuevas perspectivas o siguen imperando las antiguas.
Lo que sí puedo decirte es que cualquier visión nueva (y más cuando proviene de nuestra propia tierra) conlleva nuevas hipótesis. Pero esto creo que es algo en lo que se lleva trabajando desde hace ya años, sin ir más lejos en la carrera de Historia tenemos asignaturas dedicadas exclusivamente a Andalucía y en el máster de especialización en Estudios Históricos Avanzados, el profesor don Manuel García Fernández se ocupa de la asignatura Andalucía en la Edad Media. De hecho, él tiene diversos estudios sobre la zona fronteriza y Andalucía.

-¿Crees que la Historia se puede manipular?
-¿No dicen que la historia siempre la escriben los vencedores o es que no fue Julio César quien redactó De bello Gallico y De bello civili? Y ¿no es la crónica un género vinculado al poder, que nace bajo el amparo de la política y el mecenazgo de los monarcas, que buscan así narrar sus años de reinado, engrandecer sus acciones, alabar sus logros y obras, inmortalizar sus nombres y preservar el pasado?
-¿En ese caso crees que se ha manipulado la Historia de Andalucía?
-Ya te digo que al no dedicarme a la Historia de Andalucía, mi opinión sobre este tema está aún más sesgada.
-¿Cómo sueles documentarte para la elaboración de una de tus obras y cuánto tiempo te suele llevar?
-Para la documentación siempre recurro en primera instancia a fuentes primarias, crónicas y anales son las que más manejo, debido a la cantidad de información que suelen ofrecer. Pero también he utilizado tratados dietéticos, de medicina, de sexualidad, de cosmética, padrones de censo, correspondencias personales, cédulas reales… según lo que la novela requiera. Y, por supuesto, también recurro a historiadores e historiadoras que ya han tratado el tema que me atañe, para así conocer su opinión. Es importantísimo escuchar a quienes nos han precedido en el objeto de estudio y valorar sus contribuciones.
Para las novelas ambientadas en al-Ándalus apenas necesito tiempo de documentación, más allá de una semana para recabar algún dato suelto que me falte u ordenar la información que ya poseo. Al haberme especializado en el tema, me lanzo directamente al proceso de escritura.

-¿Te consideras más historiadora o más escritora?
-Soy 100% medievalista, de lo cual estoy infinitamente orgullosa. Y soy 100% escritora. Siempre digo que la ficción y el rigor histórico no son excluyentes, pueden ir perfectamente de la mano. Así que igual que ambos cohabitan en mis novelas, ambas facetas cohabitan en mí en perfecta armonía.
-¿Crees que en Andalucía faltan organismos u organizaciones que permitan asociacionismo de escritores y de historiadores? ¿podrían reforzar o facilitar vuestros trabajos? ¿perteneces a algunas de las que existen?
-No estoy nada informada sobre este asunto, la verdad.
-¿Cuáles son tus escritores o escritoras favoritas? ¿algún andaluz o andaluza?
-Tengo muchos escritores favoritos. F. Scott Fitzgerald, Maggie O’Farrell, Madeline Miller, Diana Gabaldon, son algunos de ellos. Y si tengo que escoger a un andaluz, Federico García Lorca, que es uno de mis autores predilectos. En él siempre encuentro mucha inspiración.
-¿Cuáles son tus historiadores o historiadoras favoritas? ¿alguno de ellos es andaluz o andaluza?
-Hay infinidad de historiadoras y arabistas de las que bebo y me empapo, grandísimas especialistas que han abierto camino y nos han facilitado a las demás el poder dedicarnos a esto. Desde Manuela Marín Niño, María Jesús Viguera Molins… En el ámbito divulgativo, reconozco que me encanta la labor que están realizando compañeras como Laia San José Beltrán, Isabel Mellén, Patricia González Gutiérrez.
-¿Crees que desde nuestra administración andaluza se podría apoyar de alguna manera a nuestros escritores e historiadores?
-Lo importante no es lo que yo crea, sino lo que la administración esté dispuesta a hacer.

-¿Estás de acuerdo con que al-Ándalus supuso una de las mayores épocas de esplendor de Andalucía?
¿Por qué?
-Por supuesto. De hecho, al gobierno de Abd al-Rahman II se le conoce como “luna de miel” en tanto en cuanto fue un periodo en el que se alcanzó una gran prosperidad, ocasionando así el primer desarrollo cultural en al-Ándalus. El propio emir impulsó el estudio y el mecenazgo de ciencias y artes, lo que derivó en una proliferación de sapiencia en el entorno cortesano, en el que se congregaron numerosos astrólogos, inventores, poetas, músicos, sabios, en general, llegados desde Oriente. Hubo una evolución con respecto a la música, la vestimenta, la estética, la alimentación y hasta los modales, que se copiaron directamente de la corte de Bagdad.
Además, es precisamente en estos años cuando se traducen obras tan importantes como el Libro de las Cruces, las Geórgicas de Virgilio, las Etimologías de San Isidoro o los Aforismos, que permanecerían guardados en la Biblioteca Real de los Omeya, en Córdoba.

Algo similar sucede con Abd al-Rahman III, al que algunos consideran como el mejor gobernante andalusí. Durante su mandato, en el siglo X, se tradujeron libros como la Historia Adversus Paganus de Orosio, el Libro de los Salmos, el Pentateuco, los Evangelios y otros textos sagrados, lo que ayudó a ampliar la biblioteca de Córdoba.
Y todo esto sin mencionar las grandes aportaciones que hicieron médicos de la talla de Abu l-Qasim (Abulcasis), Ibn Zhur (Avenzoar), los hermanos al-Harrani, Ibn al-Kattani… O las crónicas y anales que dejaron para la posteridad historiadores como Ibn Hayyan, Ahmad al-Razi, Isa al-Razi, o los versos de Ibn Hazm, Ibn Qazm, Wallada la Omeya, Hafsa al-Rakuniyya y demás.
-Gracias, Andrea, por la oportunidad que nos has dado para poder mostrar tu obra. Muy agradecidos desde Avenate Andalú.
-Muchisimas gracias.