Autor: Francisco José Cansino Díaz
Hubo un tiempo en el que Andalucía se ganó el sobrenombre de “La Roja”, color vinculado a las fuerzas políticas socialistas, comunistas y andalucistas que se hicieron fuertes en organización a lo largo del suelo andaluz. Ha llovido mucho desde entonces.
Hablemos de la izquierda andaluza actual, o mejor dicho, de las “izquierdas andaluzas”.
Pero antes, un inciso. Es curioso como en la derecha, la microfragmentación que sufre la izquierda, no se da. Antes de la aparición de VOX, todas las partes estaban englobadas en el PP (con permiso de Cs), partido heredero de Alianza Popular. Luego se excindieron los integrantes de la autoproclamada“derecha valiente”, y con ellos surgió ese nuevo partido que enarbola la bandera de la ultraderecha, constituido por esos ‘valientes’ que se niegan a condenar la barbarie de un golpe de estado criminal que tras consumar el derrocamiento de un gobierno democrático, provocó miles de muertos civiles en una estudiada limpieza ideológica, cadáveres que aún hoy siguen siendo recuperados de las miles de fosas comunes que se reparten por el territorio español (la Memoria Histórica ha confirmado más de 4000 fosas y más de 114.000 desapariciones forzosas). Así está nuestra democracia.

De nuevo, mirando a la izquierda, comprobamos la presencia en Andalucía de un primer grupo de partidos condicionados por unos órganos centrales enraizados en la capital de España, como Izquierda Unida, Unidas Podemos, Más País, y la existencia también de un segundo grupo de partidos de izquierda con un claro componente andalucista, como son Adelante Andalucía y Nación Andaluza.
Finalmente, partidos con una ubicación poco definida, quizás dubitativa, como Iniciativa del Pueblo Andaluz, que se define de izquierdas y andalucista, pero con un posicionamiento más cercano a los partidos estatales que a los propios partidos andalucistas, de hecho se encuentra en la coalición Sumar, y Andalucía Por Si, heredera del extinto Partido Andalucista, con un mensaje utópico desde sus propios puestos de dirección, que vienen a definir la formación como una organización andalucista que no es de derechas ni de izquierdas, algo muy complejo, difícil de entender y quizás más, de poner en práctica.
Casi nada. 7 partidos o más. Todo un reto para el votante andaluz de izquierdas. Pero bueno, quien sigue la política, debería empezar a tener las cosas un poquito claras. Y el problema es precisamente éste, que la mayoría de las andaluzas y andaluces sólo se acerca a la política cuando llega la época de las elecciones, y muchas, ni eso, dada la baja participación que vienen arrastrando los comicios en nuestra tierra en las últimas convocatorias, especialmente con los votantes de izquierdas.

Vayamos por partes.
La izquierda tradicional española, encabezada por Izquierda Unida, ha ido descomponiéndose en nuevos partidos a raíz del surgir de Podemos y de su posterior fractura, dando lugar a partidos como Más Madrid (Más País). En ellos, un factor común, aunque con militantes andaluzas y andaluces, sus órganos de decisión están establecidos en Madrid, y sus directrices de actuación también se marcan desde allí, pese a que internamente se defienda lo contrario. Todo queda en evidencia cuando llega la hora de los pactos.
Ya se vió lo que ocurrió cuando Teresa Rodríguez intentó proponer un sistema federal para conseguir aumentar el peso de Andalucía en las decisiones de la izquierda española . El proyecto común estalló por los aires.




Fotografías de Esperanza Gómez, junto a Íñigo Errejón, Ione Belarra, Antonio Maillo y Yolanda Díaz.
No se contempla ese valor para Andalucía en la Izquierda Estatal española, no se concibe. La andalucista Pilar Távora lo sabe bien en su última aventura de la mano de esta Izquierda Estatal, cuando Andalucía volvió a ser postergada a la hora del reparto de funciones.
La vicepresidenta, Yolanda Díaz, en las pasadas elecciones estatales, hizo un gran tour por Andalucía para pedir el voto andaluz. Sin embargo, cuando los trabajadores del metal de Cádiz fueron neutralizados por el despliegue de una tanqueta, no tuvo el detalle de pisar suelo andaluz para abrir ese diálogo del que tanto le gusta hablar.

Personalmente, creo que Andalucía se merece hacer política desde aquí, y ello implica órganos de decisión establecidos aquí. Y cuando digo aquí es en Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga o Sevilla. La política que beneficie a Andalucía, sólo puede venir de Andalucía. Eso no significa ser insolidario. Eso viene en paralelo. Pero para poder dar, primero debemos dejar de estar subvencionados. Y para dejar de estar subvencionados, lo suyo sería que se saldara la deuda histórica que España ha contraído con Andalucía y que le ha privado de un crecimiento que probablemente nos hubiera situado a la cabeza de Europa, y no en su cola.
Ojito con esto. Ni la izquierda del PSOE, ni la derecha del PP han conseguido que Andalucía deje de ser un Pueblo subvencionado. Muy triste, ¿no? ¿tan difícil es poner las bases para que el Pueblo Andaluz vuelva a recuperar lo que fue y dejó de ser? ¿tan caro es volver a ser “mujeres y hombres de luz” como dice nuestro himno? Lógicamente hacen falta medidas concretas y no aparentar buenas intenciones que se pierden en ideas globales difusas.
Al bipartidismo, apoyado por sus respectivos “partidos muleta”, no le ha interesado nunca sacar a Andalucía del pozo, aunque son capaces de tirarse a él para venir a pedir votos cuando se acercan las elecciones de cualquier tipo.
Ante el panorama político andaluz, una pregunta:
¿Cómo la derecha puede tener tan claro lo que quiere, y a la izquierda costarle tanto el ponerse de acuerdo para casi siempre no ofrecer soluciones a los problemas de la gente? Debe ser muy complicado eso de poner en marcha medidas sociales y beneficios para los que no disponen de poder económico y no manejan los hilos. Especialmente en el país del Ibex.
¿O quizás es más difícil aún que el militante de izquierdas que llega al Poder no mire más alla de coger un buen sillón y aumentar su patrimonio personal como objetivo fundamental? ¿Ponemos ejemplos? Mejor no. Todos podemos tirar de hemeroteca. Qué difícil es encontrar gente íntegra en política que no se mueva por intereses personales.
Una cosa sí está clara. Sólo hay que mirar hacia atrás a lo largo de todos estos años de democracia. Andalucía sigue siendo la cenicienta, para la derecha y para la izquierda.
Que no nos engañe el desarrollo sobre todo venido del crecimiento brutal del turismo, que por cierto está echando de las capitales y principales ciudades a los propios andaluces y andaluzas ante la enorme subida de la vivienda. Las rentas de los hogares andaluces siguen estando las últimas de la economía española. A lo mejor tiene que ver que la mayoría de empresas que vienen a Andalucía a contratar mano de obra barata y a explotar sus recursos, en una economía colonial en pleno siglo XXI, no son de propietarios andaluces. Quien tenga dudas, que indague, que busque y que se informe de la sede de esas empresas.


Fotografías de manifestaciones en suelo andaluz por la vivienda. Imágenes del El Diario.
Y no se trata de construir una “aldea de Asterix” aquí en el sur, pero tampoco de diluirnos en la más absoluta “nada”. Una competencia externa te ayuda a crecer, pero no si ahoga el tejido productivo autóctono y lo rebaja a ser un productor meramente auxiliar, sin margen de maniobra para crecer y competir en el mercado.
Estas directrices colonialistas marcadas en nuestra economía no sólo marcan la pauta en el turismo, sino que también lo hacen en nuestra industria, en la construcción, en la producción y distribución energética y cómo no, en los campos andaluces, donde cada vez son más los pequeños agricultores que venden sus terrenos a grandes empresas (normalmente externas) e interesados fondos de inversión. Hasta nuestra Sanidad y Educación es cada vez más explotada por empresas llegadas de fuera, pero no para ofrecer un mejor servicio a las gentes de Andalucía, sino para ganar dinero, fin último de toda empresa privada.
Retomando el tema de este artículo. ¿Qué ha hecho la izquierda estatal por Andalucía en todos estos años de democracia? ¿qué proyectos ambiciosos ha desplegado para el crecimiento y desarrollo andaluz?
Sin duda, las luchas de poder han alejado la ilusión y el voto de las andaluzas y andaluces, así como la falta de ejecución de proyectos concretos y definidos que verdaderamente hayan mejorado la vida de estas personas de Andalucía. ¿Empezamos quizás por valorar la cesta de la compra? ¿quién tiene derecho a mantener en su dieta el pescado, la carne, o incluso las frutas y verduras? ¿quién puede pagarse el aire acondicionado en verano y la calefacción en invierno? Algo tan simple para políticos de izquierdas conscientes de los problemas de la calle.
La coalición gubernamental en Madrid, con SUMAR como coprotagonista, se cortocircuita cuando debiera ser todo lo contrario. Su presencia en el gobierno debería servir para perseguir y provocar el crecimiento y desarrollo de los territorios más desfavorecidos del Estado español. Y de esos tenemos bastantes ejemplos en suelo andaluz.

Esgrimir la defensa de unos grandes presupuestos para Andalucía en valores absolutos no sirve para ocultar el gran problema de la infrafinanciación andaluza que el gobierno central más de izquierdas de la historia democrática de España no ha sido aún capaz de solucionar todavía. Además, el pacto de una financiación singular para Cataluña, pone en bandeja a la derecha el papel de la defensa de la igualdad de todos los españoles. Díganselo al Sr. Montoro, Rato, Bárcenas, etc, etc. Todos ellos saben perfectamentes sobre ese asunto de la igualdad…
Por otro lado, en estos días de recuerdo del vil asesinato del Padre de la Patria Andaluza, el centralismo jacobino de la izquierda estatal se disfraza de “andalucismo” militante. No se puede ser menos que los hipócritas gobernantes de la Junta de Andalucía, los amigos del PP, promotores, por encargo, del nuevo “Día de la Bandera”, fiesta banal si tan sólo se venera tristemente a un trapo, obviando todo lo que conlleva su confección.

Como respuesta a esta izquierda estatal, partidos como Adelante Andalucía y Nación Andaluza. Acusados por muchos de partidos extremos. Aquí en Andalucía no gustan los extremos. Es algo extendido. Pero ante este pensamiento, totalmente respetable, una cuestión, ¿verdaderamente puede Andalucía romper con el rol que se le ha asignado en el Estado español y en Europa sin adoptar medidas ciertamente “extremas”, si es que así se las quiere denominar?
De ambas formaciones, Adelante Andalucía es fruto del entendimiento de formaciones andalucistas, como Izquierda Andalucista, Primavera Andaluza o Defender Andalucía y de la militancia de Anticapitalistas en Andalucía, además de ser resultado de una gran captación de nueva militancia que se encuentra hastiada de no disponer de una alternativa real que defienda sus intereses en cualquier foro. Adelante Andalucía ha logrado un importante apoyo en las urnas que ha logrado abrirle la puerta para la representación de sus votantes en el Parlamento Andaluz y en ciertos ayuntamientos.


Nación Andaluza, por su parte, tiene un seguimiento menor por parte de la población andaluza, si bien, también ha crecido en los últimos años, muy probablemente fruto también de ese desencanto de los habitantes de Andalucía0, especialmente de la clase trabajadora. Sin lugar a dudas es la formación que más claramente enarbola la bandera nacionalista andaluza.

La cuota de poder dentro del Andalucismo se completa con las representaciones municipales que Andalucía Por Sí cuenta en su haber. Algunas de ellas curiosamente logradas por acuerdos con el PP, para lograr desbancar al PSOE. Aunque para pactos extraños el que la propia Andalucía Por Sí sufrió en sus carnes, cuando tras una más que valorable gestión al frente del Ayuntamiento de Santiponce, en la provincia de Sevilla, sus componentes fueron desplazados de la alcaldía de este municipio por una pacto que fue capaz de poner de acuerdo nada más y nada menos que a los representantes de PSOE, PP e Izquierda Unida.


Imágenes de Justo Delgado y su buen equipo de gobierno en Santiponce y del nuevo Coordinador nacional de Andalucía por Sí, Christopher Rivas.
Desde estos tres últimos partidos, parece que se está imponiendo otra forma de construir política. Al margen de las continuas disputas y luchas de poder que se aprecian en la Izquierda estatal, es constatable que desde estos tres partidos (Adelante Andalucía, Nación Andaluza y Andalucía por Sí) se está construyendo poco a poco, la base de una izquierda andaluza real, con un marcado carácter andalucista, que para nada contradice las directrices marcadas por Blas Infante y los andalucistas históricos (algo que en Andalucía ya es todo un logro, afirmar que se es “andalucista” sin actuar en modo contrario, analicen sino las políticas desplegadas por PSOE y PP).
En el caso particular de Andalucía por Sí, está por ver si se impone esa simpatía por los pactos con el PP de Moreno Bonilla (Alejandro Rojas Marcos puso en bandeja al Presidente de la Junta su ‘paripé’ andalucista), o, sin embargo, desde el seno de la propia formación se consigue marcar también un rumbo claro con políticas de izquierdas, más o menos extremas, más o menos centradas, pero que dejen atrás corrientes neoliberales y privatizadoras, que para nada caben en un proyecto andalucista real.
Es claro que el crecimiento de todas estas formaciones, 100% andaluzas, está condicionado por la falta de recursos. Militancia y acceso a la representación en las instituciones es algo fundamental para conseguir esos ingresos, ya que todos sus cargos contribuyen con parte de su sueldo al sustento del partido. Además, la actual ley electoral, así como el hándicap de no contar con medios de comunicación afines de gran envergadura, como sí ocurre con los grandes partidos estatales, son una losa difícil de levantar cuando se trata de competir de igual a igual en los procesos electorales.
Sobre proyectos para Andalucía podemos hablar largo y tendido.
La falta de concreción de la Izquierda estatal en este sentido choca de frente con la claridad de ideas de los partidos ‘andalucistas’. Como idea fundamental de los segundos una directriz clara, “mayor soberanía”.
Una mayor soberanía que pasa por recuperar el espíritu y el texto, para ponerlo en práctica y no para guardarlo en un cajón, de nuestro Estatuto Andaluz de Autonomía.
Nuevamente no puedo dejar de hacer alusión a estos especiales días, donde recordamos el asesinato de Blas Infante, para hacer mención a todas aquellas y aquellos que afirman que el sueño del Padre de la Patría Andaluza ya está cumplido.
Y es que la hipocresía o la ignorancia campa por cualquier rincón. Andalucía no tiene ni por asomo una autonomía de primera línea, como sí pueden tener Cataluña o el País Vasco. Precisamente eso era lo que Blas Infante quería, al no ver a los andaluces como inferiores frente a ningún otro territorio del Estado español.
Nuestra debilidad política, con ausencia de partidos netamente andaluces así lo ha provocado.
Y de todo esto sólo hay un responsable, el propio Pueblo Andaluz. Dejarse regalar los oídos por los mensajeros del Poder Central no es un buen método de corregir los problemas que tenemos aquí en Andalucía.


Lastimósamente, de manera continua hemos sido embaucados por las propias andaluzas y andaluces militantes en esos partidos con hilos que se mueven desde Madrid. Personas que han conservado su puestos en la estructura de esos grandes partidos, a pesar del contemplar cómo sus direcciones pactaban con terceros, acuerdos que para nada beneficiaban al Pueblo Andaluz, sino más bien, todo lo contrario, lo hundía en la miseria, autoconvenciéndose de que la política es así, o simplemente haciendo prevalecer sus intereses personales.
No, la política no tiene por qué ser así. Andalucía necesita de una Izquierda Andaluza que verdaderamente recoja el testigo de Blas Infante, testigo que han pisoteado PSOE y PP con el beneplácito de partidos muleta como IU y PA (a pesar de las buenas directrices seguidas en su primera etapa por este partido, que al perder su «S» de PSA se apartó también de su propio rumbo).
La plaza de la Izquierda Andaluza, que ejerza como tal, ha estado huérfana demasiado tiempo.
Esperanzas vanas puestas en líderes como Valderas, Maillo, Nieto o Díaz, que no han hecho sino alejar a Andalucía de un mayor autogobierno y pregonar ese ‘gran pacto por Andalucía’ del que curiosamente nunca ha salido beneficiado el Pueblo Andaluz.
Es sin duda hora de construir una nueva Izquierda Andaluza, libre de encadenamientos de obediencia a órganos centrales en la capital de España. Una nueva Izquierda Andaluza, que verdaderamente desde ese Andalucismo real y militante, sea capaz de ejecutar reformas importantes en nuestro Sistema Productivo, en nuestra Sanidad, en nuestra Educación, en nuestro Sistema Económico y Social, en nuestras infraestructuras y servicios, y que permita de una vez por todas, que Andalucía abandone el vagón de cola del tren europeo, pero con un reparto justo y equitativo de riqueza.
Quien no entienda esta situación, no puede participar de este nuevo movimiento, simplemente porque sería perpetuar lo que hemos tenido hasta ahora. Una izquierda contemplativa y espectadora, convidada de piedra, de las políticas socioliberales desplegadas por PSOE primero, y políticas neoliberales desplegadas por PP hoy en día.
Es por ello que la nueva campaña lanzada para frenar el avance de la ultraderecha tiene las patas muy cortas si el proyecto que ofrece a Andalucía está vacío de contenido. Toda la izquierda no se puede unir, si la Izquierda estatal «no cree» en Andalucía y en su autogobierno pleno.
Finalmente, indicar que el aire fresco que traen las nuevas formaciones andaluzas puede verse frenado en seco si su intención de cambio choca con los entresijos del manido sistema político andaluz y español, diseñados para su propia autodefensa, o si taras pasadas influyen en demasía en las gente joven que intenta abrir nuevas puertas de oportunidad para el Pueblo Andaluz desde estas jóvenes formaciones.
Para cerrar este humilde artículo, una observación. La derecha nunca vota, como castigo del mal hacer de sus políticos, a la izquierda y no suele faltar a las urnas. Su voto es constante y firme para sus líderes. A todos los votantes de izquierdas de Andalucía, que seguís creyendo en un sistema de vida más justo y un reparto más equitativo que nos permita a todos mejorar nuestra calidad en nuestro día a día, seguid votando, ejerciendo vuestro libre y democrático derecho. Y si votáis fuerzas 100% andaluzas, piezas esenciales para que Andalucía recupere su sitio político, mejor que mejor.
¡Viva Andalucía Libre!
