¿Qué Historia nos han contado?

La Historia Andaluza tiene muchas puertas que parece que sencillamente no se quieren abrir, o mejor dicho, puertas que se han podido entreabrir y siempre en un sentido interesado, por condicionantes políticos y de un estatus de poder predeterminado.

De este modo, uno se pregunta el porqué de que no se avance en la investigación de Tartesos, uno de los principales pueblos antiguos en la Historia Occidental, que queda recogido incluso en los Textos Bíblicos.

Incluso se aprecian determinados intereses políticos que parecen afanarse en ocultar los vestigios de Tartesos que son hallados, como los del Cabezo de la Joya o los del Puerto Tartésico de Huelva, que bien pudieran aportar luz sobre nuestros orígenes milenarios.

¿Por qué una ciudad como Itálica puede seguir enterrada en el municipio de Santiponce en la provincia de Sevilla, en lugar de ser mostrada al mundo, para deleite de las personas, bajo el sello de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde hace ya años?

Una ciudad construida a imagen y semejanza de Roma, y en cuya creación y crecimiento confluyen nombres como los de Escipión el Africano, Anibal, Trajano o Adriano, nombres claves para el devenir de la Historia de Occidente.

¿Por qué el ocultismo respecto a Al Andalus? ¿Vergüenza acaso de reconocer que, ya no sólo Andalucía, sino la mayor parte España fue musulmana durante siglos?

Se prefiere mantener en la penumbra una época de esplendor, especialmente en nuestra Andalucía, si la comparamos respecto al resto de la Europa medieval, que sí estuvo verdaderamente sumida en las sombras.

Y en todo este entramado histórico, donde muchas veces los historiadores olvidan su objetividad, y el fin último de su labor profesional, sacrificándolo por mundanos intereses subjetivos, surgen personas comprometidas y metódicas que aún a sabiendas de que serán rechazados por las posturas impuestas y por sus defensores, abrirán de par en par esas puertas entreabiertas.

Así lleva años ocurriendo con historiadores como Emilio González Ferrín, profesor de la Universidad de Sevilla, especializado en el Islam que tras años de estudios y análisis ha llegado a la conclusión de que no hay nada que pueda justificar que realmente se dió una Invasión Islámica de la Península Ibérica.

Y toda esta nueva argumentación histórica no surge de que este señor se haya levantado un día y haya decidido que no, que no hubo tal invansión musulmana y punto, sino que simplemente no hay ningún soporte histórico que verdaderamente pueda demostrarlo con fuentes coetáneas, de acuerdo a la metodología historiológica.

Sin embargo, sí hay incoherencias que permiten vislumbrar que esa extensión protagonizada por la religión musulmana en la Península no fue muy distinta del camino seguido por el cristianismo, en lo que a propagación se refiere. De este modo, esto explicaría la ausencia de referencias a una invasión violenta y masiva de la Península en documentos o textos de la época. Curiosamente, dichas alusiones no aparecen sino en fechas posteriores al milenio, ¿acaso con referencias interesadas?, pero nunca en documentos conservados mucho más cercanos al año 711 D.C., como bien explica el señor González Ferrín.

Todo esto se viene ya vislumbrando con incoherencias en los relatos de la famosa Batalla de Guadalete o de su protagonista cristiano, Don Rodrigo, cuya veracidad está siendo cuestionada por bastantes historiadores.

Emilio González Ferrín es sólo una muestra de historiadores, que en una línea continuista con la directriz marcada por el también historiador Américo Castro, no aceptan una historia ‘impuesta’ que no se sostiene por el método técnico de investigación histórica. Historiadores que son rechazados por no continuar con las directrices impuestas.

La Dictadura fascista tras la Guerra Civil Española, por el Golpe de Estado militar, supuso un período de censura y modificación de la Historia, tanto de España como de Andalucía en particular. El mensaje de la ‘Reconquista Nacional Católica’ es empleado para uniformizar y crear un método de control asociado a la propia Dictadura.

No hubo tal ‘Reconquista’. Tan sólo hubo la conquista de unos reinos musulmanes por parte de otros reinos que se habían conformado bajo la religión cristiana. Pero no fue una lucha de bandos perfectamente definida. Las guerras entre hermanos en el bando cristiano, por el control de los reinos de León, Castilla, Navarra o Galicia estuvieron a la orden del día, aunque no fueran reinos musulmanes. Sencillamente era la lucha por el Poder. Al igual que las luchas entre Taifas musulmanas y los enfrentamientos familiares sucesorios en el lado musulmán.

Tras la transición, parece que aún hoy en nuestros días, en pleno siglo XXI, la Historia Andaluza aún no se ha sacudido en muchos aspectos, como ocurre en otros aspectos de la realidad andaluza, las directrices heredadas de régimen dictatorial.

Además, resulta que el posicionamiento de los historiadores viene muchas veces condicionado por las posiciones políticas y sus creencias religiosas. De este modo, salvo obviedad documental, que ocurre en el menor de los casos, lo normal es que para un mismo hecho histórico haya dos o incluso más versiones.

Pero sin duda, hay un criterio clave para decidir acerca de la veracidad de la Historia que nos cuentan, y es que esas exposiciones estén soportadas en documentos coetáneos con el propio desarrollo de los sucesos, es decir, que los textos que recogen esos hechos sean de la misma época, de los mismos años, y no hayan sido redactados siglos después, por personas que pertenecen a otra época posterior a lo descrito y transmitido, personas que suelen haber estado condicionadas por intereses determinados.

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