Manuel Ruiz Romero, sevillano afincado hace más de veinte años en Jerez de la Frontera, es maestro, doctor en historia y licenciado en Ciencias Políticas y acaba de publicar su última obra en la editorial andaluza Almuzara bajo el título: Andalucismo Histórico. Orígenes y evolución en tiempos de Blas Infante, sobre la que entrevistamos a este investigador, entre otras muchas cosas.
Manolo, comencemos por el principio: ¿Qué es el Andalucismo Histórico que tratas en tu libro?
Sustancialmente es una parte de la Historia reciente de Andalucía estudiada por la historiografía en la que se pone el foco en iniciativas, personas y discursos vinculados a la afirmación de la identidad andaluza, al reconocimiento de nuestro pueblo como sujeto político, la conquista de un autogobierno y además, a un conjunto de respuestas socio económicas con las que se pretendieron remover las causas que condenaban a la mayoría del pueblo andaluz al subdesarrollo en su distintas expresiones. El Andalucismo Histórico, que me gusta escribir siempre con mayúscula como nombre propio que representa, es además un intento organizado desde nuestra tierra por incidir en la modernización de una España a la que se concibe como plurinacional y plurilingüística, en términos de progreso, junto a una propuesta en orden territorial del Estado tendente con un anhelo de con-federación en su arquitectura política. Sustancialmente coincidente con la biografía de Blas Infante, aunque hunde sus raíces en las revoluciones y movimientos republicanos-federales y anarquistas de mediados del XIX y, cada día más, vamos ampliando el círculo de quienes acompañaron al notario en su causa.
¿Qué destacarías de tu último libro, recientemente publicado?
Modestamente creo que hacía falta un libro de estas características. Que fuera síntesis de esas décadas infantianas y acercara el proceso al lector con un lenguaje ameno, riguroso y pedagógico. Contextualizando los hechos en la Historia de España y Europa, deshaciendo tópicos y reuniendo las últimas aportaciones habidas en dicha materia. No es casual por eso mismo, que cada capítulo se complete con una serie de lecturas recomendadas y reseñas bibliográficas para que el lector apoye y profundice en el tema según sus intereses y curiosidad. El libro desde luego, no acaba en la última página y se convierte además en un recurso pedagógico que nos acerca a ese legado que hoy recibimos y debemos trasmitir a los más jóvenes, además de ser un importante instrumento didáctico para los educadores ante las nuevas generaciones.
Toda una vida dedicada a la investigación, la publicación de libros y la militancia en el Andalucismo. ¿Qué has aprendido sobre él en todos estos años?
En 1989 escribí mi primera comunicación para un Congreso sobre Andalucismo Histórico. Desde entonces, empujado por quien fuera mi maestro intelectual Enrique Iniesta Coullaut-Valera, he estado con humildad y constancia investigando, difundiendo y poniendo en valor ese andalucismo de la primera generación infantiana, de la segunda ola durante nuestra transición la cual fue objeto de mi tesis y, además, he venido ocupándome desde mi compromiso social del andalucismo en el presente y de cara al futuro. Por supuesto que se aprende y he aprendido y mucho. Sobre todo a darme cuenta que las motivaciones y las respuestas ante los problemas son los mismos aunque pasen décadas: a descubrir y estar convencido de la necesidad que tiene este país andaluz de un movimiento andalucista. Sin duda hemos avanzado en muchos aspectos, pero eso no quita nuestra responsabilidad como pueblo a la hora de buscar alternativas para los problemas de una mayoría social andaluza.
¿Por qué crees que el Pueblo Andaluz no termina de dar su apoyo a un movimiento político social como es el Andalucismo?
Gran pregunta: la del millón. Creo que todo andaluz se siente orgulloso de serlo. Es consciente en mayor o menos medida de nuestra personalidad como pueblo. Sin embargo, no todo andaluz es andalucista porque hay factores que nos despojan de traducir ese andalucismo cultural en términos políticos/electorales. Desde la pobreza económica y social que padecemos-entendida en términos de la intensa proletización-, hasta la existencia de factores colonizadores –españolización de Andalucía- que siempre nos hace pensar más en los demás que en nuestra realidad, alternativas y posibilidades. Realidades unas y otras que dificultan que el pueblo andaluz tome conciencia de tal, tanto de pueblo como de clase. Las consecuencias de ello se han traducido en dependencia, decadencia y subdesarrollo. Un alto costo, evidentemente. Ya el propio Infante avisaba en su Ideal Andaluz: que sea difícil no significa que sea necesaria esa conciencia.
¿Crees que Blas Infante se equivocó al no crear un partido político propio?
Otra buena pregunta que a ver si puedo responderla en pocas palabras. El andalucismo primitivo como yo le llamo en el libro, hunde sus raíces en los movimientos republicanos-federales y anarquistas. No quería ser tanto una organización en términos electorales (aunque el propio Infante se presenta a las elecciones varias veces en un intento por difundir ideas); pero sí un movimiento que promoviese valores, análisis y alternativas. El andalucismo político del franquismo a la transición –representado por el PSA- justificó su existencia, precisamente, como la herramienta que le faltó a Blas Infante para tener éxito. La verdad es que nunca sabremos qué habría sido de un andalucismo en tiempos de Infante hecho partido, podría haberlo legalizado fácilmente por sus conocimientos como notario, pero era consciente de sus limitaciones y lo marginal de su Ideal… lo que sí tengo claro es que el hijo de Casares no hubiese militado en partidos centralistas, rechazaba el sistema caciquil de su época y tampoco hubiese hecho de la política una profesión.
¿Quizás debió haber buscado un nacionalismo con un mayor carácter independentista como el catalán o vasco?
El andalucismo de aquella primera ola infantiana siempre fue sensible con las reivindicaciones de los pueblos, los cuales impulsan el debate y el camino político a Andalucía. Se miró en las iniciativas del catalán al ser las primeras que en el Estado abrieron la posibilidad de un futuro cooperativo: confederal y descentralizado. Aunque podría haberse callado por estrategia y comodidad, esa primera ola fue coherente aun siendo incomprendido y apostó por apoyar esas alternativas defendidas por diputados en Cortes y Ministros catalanistas. Ahora bien, dicho esto, Infante es consciente de la brecha socio política que separa Andalucía de los ejemplos burgueses catalán y vasco en sus inicios. Eso explica que nunca visite estos territorios y sí, en cambio, lo haga con Galicia como un proyecto más equiparable -por popular, agrícola y primigenio- al andaluz.
¿Qué puede ofrecer el Andalucismo político a las andaluzas y andaluces a diferencia de otras ideologías políticas?
Está claro que el andalucismo ha venido para quedarse. Se pueden rechazar los postulados de Blas Infante, es legítimo, pero nadie sensato dudaría que el andalucismo aporta sustanciales diferencias al resto de propuestas políticas comenzando por una estricta obediencia a la soberanía andaluza. De hecho, es curioso cómo es tan despreciado como vampirizado. Pero está claro que el nacionalismo andaluz no puede quedar al margen de las clases sociales y del travestismo centralista. Siempre surge de la aportación necesaria y ante las estrategias de unas élites dominantes; viene a impugnar una cruda realidad para arropar la ausencia de conciencia en sectores populares. No hay que olvidar que el andalucismo infantiano ha sido pionero en aspectos muy actuales tales como: feminismo, soberanía, animalismo, espiritualidad, municipalismo, gestión cooperativa de recursos públicos… buscando en paralelo, incrementar el relato de nuestra dignidad, conciencia y necesidad de organización y respuesta.
A raíz de la anterior pregunta, ¿se pueden arreglar los problemas estructurales de Andalucía desde el Andalucismo Político?
Sí, pero no de forma exclusiva. Me explico. Sin duda estamos en un mundo globalizado e interconectado. Sería imposible una autarquía donde Andalucía por mucho poder político que tuviese, pudiera solucionar en solitario sus problemas. Los pueblos en orden económico y social cada vez se encuentran más interconectados, pero otra cosa sería la invasión de modas, ritos o costumbres que ya sabemos a qué intereses capitalistas responden. El andalucismo aporta análisis, objeción a la realidad y genera, para la mayoría social, alternativas a los obstáculos que tiene este país andaluz. Nuestro nacionalismo no es étnico ni exclusivo. Todo lo contrario: más bien, transversal, universalista e internacionalista, aunque en metes cuadriculadas suene contradictorio. Si bien existe un concepto de ciudadanía universal, la proyección internacionalista de nuestro nacionalismo aporta un relato de resistencia y dignidad para con nuestra identidad, ante una dimensión mercantilista que domina, normaliza e invade conciencias y conductas.
En lo personal, ¿crees que has dado más al Andalucismo, o que el Andalucismo te ha dado más a ti?
He aprendido mucho del andalucismo y una vez lo he ido estudiando, más he sentido ideológicamente su necesidad. La interacción ha sido mutua. El atrevimiento rupturista de aquella primera ola de andalucistas me invita siempre a dialectizar con la realidad que tuve la suerte de vivir durante nuestra singular transición y ante los parámetros que vivimos en esta tercera ola. No me he planteado nunca ese binomio que apuntas sobre quién da más, pero lo cierto es que la cuestión de los problemas y soluciones que necesitamos los andaluces y andaluzas, incluso las constantes históricas repetidas en el tiempo en cuanto al desprecio del centralismo y los intereses del capital… siempre me han dado mucho qué pensar. Estoy muy agradecido en cualquier caso por lo que me ha enriquecido en años.
¿Fueron tan graves los ‘pecados’ del PA para que el Pueblo Andaluz no reconsidere acercarse de nuevo al Andalucismo Político, por ejemplo, a través de Adelante Andalucía?
Sin el andalucismo políticono se puede entender la transición andaluza y la conquista de un autogobierno como nacionalidad histórica. Mientras que el bipartidismo de entonces -UCD y PSOE- titubearon en sus intenciones o hicieron todo lo posible por condicionar o reconducir el proceso pro autonómico, el andalucismo siempre lo tuvo claro: como la que más, dado que no podíamos aceptar los crudos condicionantes históricos del golpe militar de 1936. Ahora bien, es cierto que las divisiones principalmente amén de otras cuestiones que ahora comienzan a ponerse en su sitio, dieron alas a un régimen pesoísta que puso todo su esfuerzo en sepultar al andalucismo para convertir al pueblo andaluz en el primer nutriente de socialistas en Cortes. Desaparecido el PA como heredero del PSA, entiendo que el andalucismo de Adelante es fruto también de una reflexión crítica de muchos que crecimos militando en aquel otro. Conviene distanciar ambos proyectos, por tanto, y calibrar bien las diferencias entre uno y otro. Hoy día, aún con esta autonomía “de primera”, necesitamos más andalucismo para evitar la ingenuidad y la sumisión de nuestra gente. Los casi cincuenta años de democracia han generado vicios bajo el paraguas de la Constitución borbónica, los cuales junto a la crisis de civilización que ha generado el neoliberalismo, está propiciando necesidad de transformación de la realidad y defensa de nuestra identidad, lo cual hace presagiar el resurgir de una tercera generación de andalucistas y, en eso, sí ha contribuido Adelante Andalucía de la mano de muchos militantes -no todos- que ahí disputamos este reconocimiento como sujeto político soberano, frente a una involución autoritaria articulado a través de sus diferentes formatos: político, judicial, comunicativo, religioso, empresarial…
¿Cuántos libros has escrito sobre el Andalucismo y qué aceptación han tenido en la sociedad?
Vinculados al andalucismo han sido -así de memoria- cerca de una veintena analizando temas históricos y alguno vinculado a un análisis crítico del andalucismo. En concreto uno titulado: Cara y cruz del andalucismo. Datos de aceptación no tengo, me quedo con comentarios de gente que no me conoce y con la necesidad militante de sembrar conciencia. Las redes ayudan y no puedes controlar dónde llegan los mensajes, pero siempre algo queda. Suelo decir que los andaluces necesitan la ración diaria de conciencia. Especialmente estoy orgulloso de esta último que lo he trabajado con mucho cariño: tanto como el primero que vio la luz. He trabajado, con Pepe Díaz y Manuel Hijano, también el proceso autonomista de Andalucía durante la II República, ampliando la geografía de municipios que ya entonces apoyaron y participaron de aquel proceso, el cual ya no es, como se creía en tiempos de la transición, una locura de Infante desde su casa de Coria y que el 18 de julio corta de raíz. He investigado también, tras esperar muchos años a localizarlo, los pormenores del consejo de guerra sobre el supuesto Complot de Tablada, todo un fakenews que diríamos hoy para cercenar la presencia de una candidatura andaluza, heterodoxa y profundamente revolucionaria y republicana con la que se quería incidir ante la redacción de la Constitución republicana…en fin…más allá de mi trabajo personal puede consultarse mi recopilación de los casi mil títulos de la historiografía sobre el Andalucismo Histórico en la web de la Fundación Blas Infante.
En tu carrera como investigador en Historia, te has especializado en el Andalucismo Histórico. ¿Qué crees que opinaría Blas Infante y los andalucistas históricos sobre nuestra actual Autonomía?
Es tan difícil como atrevido hablar por Infante, pero haciendo un ejercicio de ficción, estoy seguro de que se alegraría por ese autogobierno formal que tenemos cuando a Andalucía se le negó esa posibilidad por el golpe militar del 36. Se alegraría de ver la unidad ante el 4D del 77 y la respuesta de los andaluces y andaluzas en la lucha por una autonomía que nos iguala –al menos teóricamente- a otras nacionalidades históricas.
Ahora bien, se indignaría al observar nuestra estéril e inducida rivalidad interprovincial, se desesperaría al ver cómo seguimos votando partidos centralistas y, por supuesto, seguiría animándonos a aprender, a organizarnos y movilizarnos para dar respuesta a nuestros indicadores sociales y económicos. Tenemos autonomía pero, desde luego, nuestro pueblo no vive en el mejor de los paraísos.
Citamos a continuación algunos de los títulos a los que alude nuestro entrevistado en un intento por divulgar el andalucismo:
RUIZ ROMERO, Manuel,Andalucismo histórico. Orígenes y evolución en tiempos de Blas Infante, Córdoba, Almuzara, 2023, (ISBN-978-84-11316-62-0).
— La conquista de la autonomía andaluza (1975-1982), Sevilla, IAAP, 2005, pp. 609. (ISBN- 84-8333-287-6). Su tesis.
— El bulo sobre el Complot de Tablada. República, Blas Infante y Andalucía Libre, Córdoba, Almenara, 2018 (ISBN-978-84-17558-67-3).
— Don Dimas. Historia de zorros y hombres, Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, 2024 (en prensa).
DIAZ ARRIAZA, José y RUIZ ROMERO, Manuel, El proceso autonómico de Andalucía durante la II República, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1991, pp. 286. (ISBN 84-86814-58-8).
HIJANO DEL RÍO, Manuel y RUIZ ROMERO, Manuel, El Ideal Andaluz en la II República. La Asamblea Regional Andaluza de 1933, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1995, pp. 577. (ISBN 84-86814-65-0).
— Documentos para la historia de la autonomía andaluza, Málaga, Sarriá, 2001, pp. 625 (ISBN 84-95129-66-3).