Andalucía, reinventa la ‘Ruta de la Seda’

¿Nunca os habéis parado a pensar de dónde viene la tradición de que la mujer andaluza se envuelva en un mantón de seda bordada? Hoy en día, pocos artesanos, como la familia de Juan Foronda en Sevilla continúan con una tradición antiquísima.

Muchas páginas y textos asocian la expansión de los conocidos mantones de Manila, bordados en seda en Andalucía, y desde ella al resto de España, a los primeros barcos que llegaban desde Manila (Filipinas) en la época colonial, tejidos cuya procedencia se vincula a la proximidad de China, país en el que surgió la primera ruta de la seda.

Pero, la vinculación de la seda y Andalucía arranca muchos siglos atrás, concretamente desde nuestra Edad Media, cuando el secreto de la fabricación de la seda llega a tierras andaluzas en torno al año 740 desde oriente. Desde China, donde dicho secreto estuvo guardado durante miles de años bajo pena de muerte, pasó a Japón y luego a Persia, Grecia e India.

Los Omeya cordobeses introducen en al-Andalus la industria del tiraz. Se trataba de unos talleres donde se elaboraban suntuosos tejidos. Abderramán II fundó uno de estos talleres reales en la alcaicería de Cordoba, situada junto a la mezquita. Sus producciones fueron muy valoradas por su calidad, laboriosidad, belleza en los diseños y excelencia de los materiales empleados, todo ello en manos de artesanas y artesanos altamente cualificados.

Una de estas creaciones, conservada en nuestros días, es una de las ricas prendas de seda que engalanaba al califa omeya Hisham II, conservado en la Real Academia de la Historia de Madrid. Era utilizado como un turbante que tras cubrir la cabeza, dejaba caer dos bandas a lo largo de los brazos. En él se funden la seda y los hilos de oro, en torno a formas octogonales que enmarcan figuras de animales y humanas. En su texto bordado se recoge:

«En nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Que la bendición divina, la prosperidad y la larga vida sean los atributos del imán, el siervo de Dios, Hisham, él que es el objeto de Su benevolencia, el Emir de los creyentes.«

Turbante de Hisram II

Los más importantes centros de producción se establecerán en Córdoba y Almería, en época Omeya. Sin embargo, más adelante, en época nazarí, la seda de Granada gana en calidad hasta no tener parangón, como atestiguan fuentes granadinas clásicas como Ibn al Jatib (siglo XIV), poeta, escritor, historiador, filósofo y político nacido en Loja en 1313.

Uno de los principales mercados que encontraba la seda granadina era el italiano: los mercaderes italianos, mayoritariamente genoveses, la adquirían al considerarla de altísima calidad. En el resto de las alcaicerías del reino (Almería o Málaga) también se compraban para ser vendidas en los puertos europeos del Mediterráneo, en Flandes o Inglaterra.

Con la seda andaluza se elaboraban distintos tipos de tejidos como terciopelos, tafetanes, damascos, brocados y, sobre todo, rasos de tan alta calidad que llegaron a superar a los fabricados en Oriente. También se empleaba para elaborar prendas de uso más corriente, como fajines, pañuelos y gorros.

Desde Al-Andalus surge una nueva red de conexiones comerciales, a través de la seda, con los diferentes estados de la Europa medieval.

En las piezas más elaboradas, para las cortes europeas, la seda alojaba en su seno entramados bordados de hilos de oro y plata, con tejidos de una gran variedad de colores y matices.

La industria sedera andaluza se extiende también en la Edad Moderna, dejando atrás la Edad Media.

‘Danza en el patio del harem’.Obra orientalista del pintor italiano Fabio Fabbi (1861-1946).

Tras la conquista castellana, los ricos tejidos pasan a engalanar relicarios y uso eclesiásticos entre otros.

Los grandes centros de producción se mantienen en las capitales de los respectivos reinos andaluces, Granada, principal centro productor, Córdoba, Sevilla y en menor medida, Jaén. La tradición artesanal andalusí se mantendrá sobre todo en Granada, pero en el resto de capitales se acusará la conquista castellana, perdiéndose en gran parte dicha tradición artesanal. Desde Valencia, bajo la influencia de los comerciantes genoveses, llegará una nueva técnica ‘marca ginovesa’.

La seda andaluza, fuera de la fabricación en Granada, alternará periodos de declive con periodos de recuperación, pese al mantenimiento del comercio con Europa y América. Ante la inestabilidad de los grandes centros productores capitalinos, surgirán centros menores, pero algunos de gran importancia como Priego, que llego a ser rival en la producción de tafetanes de la capital cordobesa y de Sevilla y Granada, Écija, en el reino de Sevilla, o Alcalá la Real, en el Reino de Jaén. Centros de menor importancia, pero también reseñables fueron Archidona, Antequera, Jerez, Puerto Real, Úbeda, Baeza y Málaga. Almería, de su enorme transcendencia en la Edad Media, con alrededor de 800 telares que exportaban sus telas a todo el Mundo, mantenía apenas en la Edad Moderna, algunos hiladores y torcedores.

Al acuse de la expulsión morisca, pese a que mucha de esta población permaneció en Andalucía, o regresó posteriormente a los decretos de expulsión, se une, como motivos del declive de la producción andaluza de seda, la competencia de géneros importados desde Europa, de las Indias portuguesas o de China que progresivamente le fueron arrebatando mercado.

Además, los cambios tecnológicos en la industria foránea abarataba costes de producción y marcaba tendencias con materiales más ligeros, mientras que la pobreza que vivían los gremios andaluces no le permitía competir en igualdad de oportunidades. A esto también se suman las grandes crisis provocadas por los periodos de enfermedades, especialmente ‘peste’, en los grandes centros andaluces.

Y por supuesto, las cargas reales (impuestos) que soportaba la seda andaluza y en particular, la seda granadina, que llegó a tener una carga de 22 reales por libra en 1686, lo que también obraba en contra de su competitividad en el mercado.

Manufactura sedera hacia 1800. Fuente: Atlas de Historia Económica de Andalucía, ss. XIX-XX. I.E.C.A.

Durante más de 1.100 años, Andalucía desarrolló la producción de seda, fundamentando de este modo su larga tradición textil cualificada. Esa continuidad se rompería cuando, como ocurriría con otras industrias tradicionales andaluzas, las manufacturas en Andalucía fueran desmanteladas en favor de otros núcleos de producción en España durante los siglos XIX y XX.

Fuentes:

«Hilos de oro natural. La seda en al-Andalus» – Web: artencordoba.com / «La Seda de Granada. El Tiraz»- Ana M. Carreño Leyva – Fundación Pública Andaluza El Legado Andalusí / «La Seda en la Andalucía Moderna» – Félix García Gámez – Identidad e Imagen de Andalucía en la Edad Moderna – Universidad de Almería (www2.ual.es/ideimand/) / Imagen de Portada de Juan Foronda: https://juanforonda.com/es/

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