Forma parte de la Historia de Andalucía el que el primer Presidente de su Junta Autonómica presentara su dimisión un 17 de febrero de 1984, tan solo 20 meses después de iniciar su primer mandato el 3 de agosto de 1982, si bien, anteriormente había sido Presidente de la inicial Junta Preautonómica.
Rafael Escuredo se marchaba, dimitía. Una ‘bomba política’ estallaba en el seno de Andalucía, bomba que sin embargo, no influiría en absoluto en los 35 años de gobiernos del PSOE que vendrían a posteriori, con la confianza del voto andaluz.
Resulta curioso cómo Rafael Escuredo se había convertido en el líder del movimiento autonomista andaluz, desbancando incluso en popularidad a su gran competidor Alejandro Rojas Marcos.

Decía el, por entonces diario alineado con el PSOE, ‘El País’ en su artículo del 17 de febrero de José Aguilar:
“Con Unión de Centro Democrático en el poder, el problema encontraba un culpable fácil, y el agravio comparativo con vascos y catalanes era un recurso habitual. Cuando el PSOE subió al poder, los socialistas andaluces comprendieron, tras varios meses de expectativa, que el diseño del Estado de las autonomías no es el mismo visto desde Madrid que desde Sevilla.”
Y efectivamente, la visión que tenía Escuredo, como se le conocía en las calles andaluzas, para aquella Andalucía que se había convertido por sí misma en protagonista del Proceso Autonómico no concordaba con la visión que Felipe González y Alfonso Guerra tenían para la reciente Autonomía.
Desde distintas fuentes se afirma que el PSOE nunca creyó en la Autonomía de Andalucía, al menos al mismo nivel que la Autonomía de las Nacionalidades Históricas de Cataluña, País Vasco y Galicia, por eso no estaba contemplada su conversión de región a Autonomía en la Constitución, de una manera simple, como sí lo fue para estos tres Pueblos.
Es más, el diseño del artículo 151, que el PSOE nunca se negó a aprobar, tampoco Rafael Escuredo, encerraba unas condiciones ‘leoninas’ para precisamente la posibilidad de que el País Andaluz se reivindicara a través de una autonomía de primera.
El Pueblo Andaluz ya había salido a la calle a pedir su Autonomía el 4 de Diciembre de 1977, desarbolando cualquier estrategia predefinida de los partidos centralistas. Esa actuación del Pueblo de Andalucía había roto todos los esquemas, aunque pese a ello, se implementó una Constitución, aprobada en 1978, que guardaba un ‘camino de espinas’ para esa pretendida Autonomía Andaluza, de hecho, Andalucía fue la única Autonomía que pasó a serla a través del tortuoso camino del 151, con la única recompensa de ser considerada, al menos en principio y sin ninguna aportación real, al mismo nivel que las otras Nacionalidades Históricas.

Rafael Escuredo se situó en defensa del acceso de Andalucía a la Autonomía por el artículo 151 de la Constitución. El mensaje era claro, Andalucía no podía ser menos que nadie, y la otra posibilidad, el acceso por el artículo 143, suponía un agravio comparativo con Cataluña, País Vasco y Galicia. Ese movimiento del que había sido Presidente de la Junta Preautonómica, se lo creyera o no, sería clave, sumado a la campaña orquestada desde el PSOE para desacreditar a su contrincante, en lo que respecta al Autonomismo Andaluz, Rojas Marcos, que buscando una solución para el Proceso Autonómico Andaluz a través del artículo 144, puso en bandeja una foto con Rodolfo Martín Villa, ministro de la UCD, que sería difundida por el PSOE bajo la grave acusación de ‘traición’ a la causa autonomista, al sentarse a negociar con el partido del Gobierno Central que había luchado con todas sus fuerzas para que Andalucía desistiera de sus pretensiones, apelando incluso al lema ‘Andaluz, éste no es tu referéndum’, en el transcurso del proceso consultivo.
De este modo, Rafael Escuredo se convirtió en la ‘piedra angular’ que permitió dos jugadas maestras para el PSOE en un solo movimiento. Por un lado, convertirse en el partido que había ‘liderado’ el proceso autonómico ante los ojos de las andaluzas y andaluces, por otro lado, socavar la credibilidad del único proyecto ‘andalucista’ verdadero, el del PSA, luego PA.
Sencillamente fue ese peón que permitió esta gran victoria bicéfala para el PSOE. Pero en el papel de líder del Autonomismo Andaluz, en ese rol, Escudero se lo creyó. Creyó que era posible un modelo de España Federal, donde Andalucía tuviera tantas competencias como pudieran tenerlas catalanes, vascos o gallegos.
Y en esa tesitura se encontró de frente con la estrategia marcada desde la dirección del PSOE por parte de Felipe González. Sin duda es paradógico ver el enfrentamiento de dos andaluces, dos miembros del PSOE, uno que parece que sí llegó a creer en la Autonomía de Andalucía, otro que simplemente, usó ese sentimiento autonómico con fines partidistas y para consolidar su Poder en Madrid.
Durante esos 35 años posteriores, el PSOE se limitó a poner al frente de la Junta de Andalucía a títeres con hilos movidos desde Madrid. Estancamiento de la cesión de competencias, conformidad con una infrafinanciación permanente y publicidad de una Autonomía que más tenía que ver con el denostado artículo 143, que con el ansiado 151, fueron las constantes de los gobiernos del PSOE en Andalucía.
Los enfrentamientos de Rafael Escuredo con la dirección del PSOE vienen de la mano de temas diversos:

-Tensiones en el traspaso de competencias, como la negativa de la cúpula de PSOE a ceder las competencias de IRYDA (Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario) y de ICONA (Instituto para la conservación de la naturaleza), entorpeciendo de este modo uno de los principales retos de Escuredo al frente de la Junta de Andalucía, como era la acometida de la Reforma Agraria.
-La reacción contraria de Escudero a la designación de Ricardo Bofill Levi, por parte del Gobierno Central del PSOE (encabezado por Felipe González), como comisario de la Exposición Universal de 1992.
-Un enfrentamiento político con la ejecutiva del PSOE andaluz, y en especial, con el presidente del PSOE andaluz, Luis Yañez-Barnuevo García. El PSOE no contemplaba esa línea ‘nacionalista’, por blanda que fuera, del entonces Presidente andaluz, porque tampoco nunca había contemplado la existencia de un PSA a modo de símil del sí admitido PSC.
En artículo de El País del 31 de diciembre de 1982 de Javier Angulo, se recoge:
‘Las declaraciones efectuadas el lunes por Rafael Escuredo, presidente de la Junta de Andalucía, en las que criticaba la política de transferencias del Ministerio de Administración Territorial a esta comunidad, provocaba aún ayer reacciones de desconcierto y malestar en la ejecutiva del PSOE y en el propio Gobierno. Alfonso Guerra calificó de «inoportunas» las criticas de Escuredo. «Hay una política de hechos y otra de gestos», declaró a EL PAIS, «y hay personas que prefieren dar prioridad a esta última» ‘.
No hay más que seguir las publicaciones de El País para ver la operación de acoso y derribo contra la figura del Presidente de la Junta de Andalucía, con titulares como ‘El Gobierno central acosa a Escuredo filtrando informes al diario EL PAIS’, o este otro, ‘Bofill y el acoso a Escuredo’, o quizás más claro aún este otro, ‘Abierta la ‘veda’ contra Escuredo’.
Y el detonante final fue la filtración, por parte de altos cargos del PSOE, de informes relativos a la construcción de un chalet en la zona de Simón Verde que Escuredo había contratado con la empresa Dragados por unos 15-16 millones de pesetas en el año 83, con la pretendida conexión de que dicha empresa era una de las adjudicatarias de la construcción de Fibes en Sevilla.

Nunca se probó nada. Sólo se buscaba desacreditación de quien había sido elegido por mayoría absoluta. De la persona que se había erigido como líder andaluz en la lucha por la Autonomía. Del actor político que quizás había creído que su ‘nacionalismo de clases’ era viable en una Andalucía que buscaba respirar ‘Libertad’.
Pero la cúpula central del PSOE cortó de raíz cualquier atisbo de nacionalismo andaluz en su seno pese a que hemos escuchado durante décadas eso de que el PSOE-A era el ‘Partido de Andalucía’, tal y como ahora lo escuchamos del PP, con una paralelismo milimétrico.
Al final, ante la integridad que entonces demostró Rafael Escuredo, caben dos preguntas para la reflexión en nuestros días:
¿Por qué siguió siendo militante de un PSOE que apostaba por la subalternidad andaluza en el panorama de la política estatal y la falta de desarrollo de su Estatuto de Autonomía?
¿Por qué ha aceptado el cargo de presidente en la Fundación del PSOE en Andalucía?

Fuentes: Artículo del Confidencial Andaluz por Pepe Fernández-‘El Chalé de Escuredo que cambió la historia política de Andalucía’ / Artículo de El País por José Aguilar-‘Escuredo deja pocos logros en más de cuatro años de gobierno’/ Artículo de El País por Javier Angulo-‘Malestar del Gobierno y de la ejecutiva del PSOE por las declaraciones de Escuredo’/ Artículo de la web ‘LaHemerotecadelBuitre.com’ / Fotografía de Portada de el Confidencial Andaluz.