Autor: Francisco José Cansino Díaz
Esta semana se dan varias circunstancias que me hacen reflexionar sobre la figura del ‘Padre de la Patria Andaluza’ y su legado, regalo para todo un Pueblo.
Por un lado, ha fallecido María de los Ángeles Infante, una de sus hijas, que luchó con afán por dar a conocer la figura de su padre y su legado, un padre que le arrancaron el día de su santo.
Por otro, el President de la Generalitat, Pere Aragonés ha anunciado que hay una vía para un nuevo intento de referéndum, aunque lógicamente la Constitución Española no deja resquicio alguno para ello.
Y, por último, una marea rojiblanca de aficionados vascos ha llegado en masa a Sevilla para animar a su Athletic, poblando la capital andaluza de ikurriñas y buen rollo, desde su Euskadi.



¿Qué cual es el nexo de todas estas noticias?
Bueno, se pueden ver desde distintos prismas, pero para mí hay un punto común: Identidad.
Una identidad que Blas Infante, como se encargó de hacernos ver Mari Ángeles, trató de despertar en el Pueblo Andaluz. Una identidad que el nacionalismo catalán vuelve a emplear para poner su punto de mira en la Independencia catalana del Estado español. Una identidad que el Pueblo Vasco traslada a todas sus acciones, incluso al fútbol, sea al Athletic o a la Real, por citar alguno de sus clubes, y a la afición que les acompaña.
Tres países. Tres naciones. Tres nacionalidades incrustadas en el Estado español. Pero diferentes. Siempre diferentes. Incluso en la redacción de sus Estatutos de Autonomía, donde sólo la Nación andaluza se pliega ante la Nación española, cosa que no ocurre en el caso vasco o catalán (recomiendo la lectura del comienzo de los tres Estatutos). Como en todo, habría que tener en cuenta el peso que los partidos autóctonos tuvieron en cada uno de los tres escenarios estatutarios, y el peso de los partidos de Madrid. Aquí estos últimos fueron los dominantes.

Blas Infante, al que no dudaron en poner la etiqueta decorativa de ‘Padre de la Patria Andaluza’. Patria, o sea, Nación. Un sentimiento de nación que desde aquel 4 de diciembre bien se han encargado de ir diluyendo, difuminando en un Andalucismo cultural al servicio del Estado español.
No, ese no es el Andalucismo que defendía Blas Infante. Perdonen, pero no.
A Blas Infante, que dada su humildad, posiblemente le habría venido grande el título de Padre de la Patria Andaluza, no porque no se lo mereciera, sino porque era más bien amigo de la sencillez y poco egocentrista, le movía un Andalucismo verdadero.
¿Cuál es el Andalucismo verdadero? Es simple, el que ‘empodera’ al Pueblo Andaluz. El que le da las riendas de su realidad. El que le permite autonomía de acción, decisión y ejecución. El que le da la posibilidad de control sobre sus propias circunstancias.
Muchas personas afirman que hay que dejar de mirar la sombra alargada de Blas Infante, para plantear un Andalucismo actual, acorde a nuestra realidad de hoy en día. Mirar para adelante, dicen…
Es cierto que no podemos permanecer atascados en un pasado que ya se fue, pero un buen ancla siempre ayuda a que el barco no vaya a la deriva. Y ese ancla sin duda la constituyen Blas Infante y sus escritos.
“Es lo cierto, que Andalucía tiene una historia privativa, absolutamente ignorada, por lo menos en su ininterrumpida sucesión, la cual historia puédese llegar a marcar por los siguientes jalones”- fragmento de “La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía”, Blas Infante.
¿Por qué aún hoy en día se minimiza la enseñanza de la Historia de Andalucía, de nuestra Historia más próxima, cuando es quizás la más rica de Occidente? ¿por qué nuestros libros escolares educativos tienen que pasar por el filtro de Madrid? ¿dónde queda nuestra Autonomía?
Blas Infante no fundó un partido político. No creía en la figura de los políticos. Pero sí creó un movimiento con una enorme connotación política que llevó varias veces a las urnas con un objetivo fundamental, empoderar a Andalucía. No, el Andalucismo Infantiano no era un movimiento cultural como desde la transición española se ha querido hacer ver por los partidos con sede en Madrid. El Andalucismo tiene un componente político pleno.

“Entonces, ¿qué nos proponemos, que nos proponíamos al lanzar sobre las hoy desoladas tierras andaluzas el grito de “Andalucía libre” que tanto ha alarmado ahora al Gobierno, cuando llegó a enterarse de que el pueblo andaluz la coreaba entusiasmado, durante nuestros mítines electorales, y al ver ese grito fijado con letras rojas bajo las alas de la avioneta de nuestro amigo Rexach, suspendido como una esperanza de fuego sobre las espaldas encorvadas de los esclavos andaluces? Cualquiera diría que ese grito es nuevo, snobista, como dicen hoy, cuando tanto horror ha producido al Gobierno y tanta emoción vino a producir en España.
Acaso, España, mandataria secular de Europa con respecto a nosotros, siente una mayor inquietud ante ese grito, que cuando ha llegado a escuchar el “Visca Catalunya llivre” del Noroeste peninsular.
En la subconsciencia de España, un crimen aguarda el asomar a su conciencia actual, florecido en el dolor de su remordimiento. ¡Andalucía! Esta es una razón de aquella mayor inquietud. Y es la otra, el que España todavía se apercibe mandataria de Europa.
Y Cataluña, es más Europa que Andalucía. Nosotros no podemos, no queremos, no llegaremos jamás a ser europeos. Externamente, en el vestido o en ciertas costumbres ecuménicas impuestas con inexorable rigor, hemos venido apareciendo aquello que nuestros dominadores exigieron de nosotros. Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos de verdad: esto es, andaluces: euro-africanos, euro-orientales, hombres universalistas, síntesis armónicas de hombres.”- fragmento de “La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía”, Blas Infante.
En este libro, Blas Infante nos habla de su proyecto y de cómo fue injustamente torpedeado desde unos poderes centrales que temían efectivamente el triunfo de esa ‘Andalucía libre’, si bien, Blas Infante nunca se declaró independentista, aunque sí defendió un modelo federal o confederal para el Estado español, y con él, para Andalucía, para la Nación Andaluza.
Como decía al principio cuando las circunstancias me traen el recuerdo de Blas Infante, me resulta triste que el Pueblo Andaluz no haya captado la esencia de lo que él persiguió, de lo que simplemente le costó la vida, que en resumen no era otra cosa que dar ‘libertad de acción’ a Andalucía, siempre desde la Justicia Social.
Hoy en día, resulta curioso lo fácil que resulta declararse ‘Andalucista’. Resulta sobrecogedor, por no decir repugnante, que muchas y muchos de los que así se declaran, se resisten a cogerse de la mano de esa ‘libertad’ que Blas Infante tanto ansiaba.
Y es que donde algunas y algunos vemos un enorme trecho entre ‘autonomía’ e ‘independencia’, otras y otros ven una delgada línea. Por eso se encargan de bloquear esa ‘autonomía’, esa ‘libertad de acción’ antes mencionada. No vaya a ser que nos vaya a dar por pedir luego la ‘independencia’…
Un Andalucismo que hoy en día se concretara como una realidad política alternativa debería por un lado aceptar la ‘Realidad Nacional’ de Andalucía, una realidad que a lo largo de nuestra historia se ha concretado por la evolución particular de nuestro Pueblo, de Este a Oeste y de Norte a Sur, condicionado por factores como el clima, nuestro relieve, nuestra Historia, etc.

A partir de ese punto de partida, las andaluzas y andaluces que de este ‘movimiento andalucista’ formen parte deberían moverse con dos premisas fundamentales:
-La primera, construir un proyecto político, no necesariamente partidista (aunque ello sin duda ayudaría, más que nada por la captación de recursos que ello supone, y lo difícil que es construir sin esos recursos), con un objetivo plural de mejora de la realidad andaluza, y dejando a un lado egocentrismos y egoísmos personales, proposito éste muy complejo en política.
-La segunda, no se puede construir un Andalucismo fuerte cuando tu sede central está en Madrid. Es como pretender funcionar de manera autónoma cuando tu jefe de filas está en Madrid, y también tus órganos centrales. La libertad de acción así disponible tiene las patas ‘muy cortas’, por no decir que es nula.
¿Y qué puede ofrecer un ‘Proyecto Andalucista’ en estos días al Pueblo Andaluz?
Pues, fundamentalmente ‘C-O-H-E-R-E-N-C-I-A’ y ‘T-R-A-N-S-P-A-R-E-N-C-I-A’.
No estamos en la 3ª Modernidad, como decía el ex presidente Chaves. Tampoco somos la locomotora de la economía española, como ya han señalado Moreno Bonilla y otros miembros del PP. Somos lo que somos. Pero podemos volver a ‘Ser’. Podemos volver a ser ‘hombres y mujeres de Luz’. Pero para ello hace falta un ‘PROYECTO’ serio de Andalucía, ¿un ‘Proyecto de Nación’?

Que no os dé miedo hablar de ‘País Andaluz’ cuando todos los días escucháis en los informativos centrales ‘País Vasco’ o ‘País Catalán’ e incluso ‘País Valenciano’.
Sí, hace falta construir un ‘Proyecto Nacional Andaluz’. Un proyecto enfocado a un objetivo principal de mejora de la realidad habitual de las andaluzas y andaluces. No olvidéis que el Andalucismo no es excluyente, ya que su origen es el Humanismo.
Sanidad, Educación, Dependencia, Trabajo, Igualdad, Ecologismo, Renta media,…son temas recurrentes en toda formación política. Pero para construir hace falta dos cosas. Y ambas pertenecen al ámbito de la Economía.
Una es generar recursos económicos, la otra es saber gestionarlos.
Dentro de la gestión no puede entrar devolver el dinero que Europa nos manda para construir. Millones de euros se han marchado de vuelta desde Andalucía hacia Europa, gracias a la gestión de PSOE y PP. Millones de euros que habrían servido para construir infraestructuras o, por ejemplo, escuelas infantiles, como ha ocurrido con la reciente devolución del gobierno de Moreno Bonilla.

O estructuras hídricas. Ya veréis cómo ahora, tras las lluvias, se vuelven a paralizar o ralentizar las obras prometidas en este sentido.
Por otro lado, el camino de la Autonomía pasa por concretar las demandas de nuestro Estatuto, para luego, si es viable exigir más aún.
Porque una autogestión brillante de nuestros recursos desde la cercanía local debe concretarse en esa mejora ansiada de nuestra realidad más inmediata. Pero claro, si se va en serio. Decir que se quiere la transferencia del transporte ferroviario para simplemente desgastar la labor de gobierno de Pedro Sánchez en el Gobierno Central de Madrid no sirve. Sí sería válida dicha transferencia para diseñar un plan ferroviario que mejorase las comunicaciones en nuestra Andalucía tanto para personas como para mercancías.
Sí serviría para dotar a nuestros puertos y zonas despobladas de un recurso de potenciación y revulsivo.

Y si leéis nuestro Estatuto veréis cómo son múltiples las transferencias de competencias que siguen pendientes. Todo ello simplemente mantiene maniatadas las capacidades y oportunidades que nuestra Autonomía nos puede ofrecer.
En estos aspectos debería entrar de lleno un ‘Proyecto Andalucista’, un ‘Proyecto Nacional para Andalucía’.
Desde la Autonomía más poblada de España, es acuciante exigir una equiparación de financiación con las Autonomías más ricas. Pero no conformándonos con que nuestros impuestos vayan a Madrid y luego se nos racionen, sino aspirando a un modelo similar al vasco que, como ‘nación’ tampoco se nos debería negar. Es decir, creando un sistema de ‘cupo’ andaluz, donde desde Andalucía se pague al Estado la parte correspondiente, administrando la casi totalidad de nuestros impuestos desde nuestra Junta.

¿Veis la necesidad de un ‘Proyecto Nacional Andaluz’?
El 4D no quisimos ser menos que vascos, catalanes y gallegos. ¿Por qué ahora sí? ¿Acaso pensamos que exigir igual que ellos puede poner en peligro el Estado español? ¿Acaso han conseguido sus exigencias y demandas romperlo?
Andalucía debe tomar conciencia de su realidad pasada, presente y futura. Y debe darse cuenta de que necesita potenciar su ‘Poder Político Autóctono’.
No nos engañemos. Donde algunas y algunos hablan de ‘brotes verdes’ no hay más que ver las estadísticas para comprobar que seguimos los últimos de Europa. Más de un 30% de nuestra población está en situación de riesgo de pobreza. Es muy preocupante que uno de cada tres habitantes andaluces se encuentre en esta situación.

Así que cuando te plantees si el Andalucismo puede ser la herramienta para encontrar una puerta a la esperanza en Andalucía, no lo dudes. Y si alguna vez tienes dudas, lee a Blas Infante.
Por cierto, de los cierres de nuestras plantas industriales, hablamos otro día… Todo nuestro apoyo a los trabajadores de Acerinox y sus reivindicaciones.
¡Viva Andalucía Libre!