Blas Infante, ¿pasado o futuro de Andalucía?

Hace 88 años que el odio asesinó vilmente a un andaluz bueno, arrebatándolo de los brazos de su mujer e hijos. Una persona que hizo bien a lo largo de su vida, y que tenía un sueño, el de ver una Andalucía mejor para las andaluzas y los andaluces. Su nombre, Blas Infante Pérez de Vargas.

Éste malagueño, de Casares, designado como ‘Padre de la Patria Andaluza’ por el Parlamento Andaluz en nuestro Estatuto de Autonomía, Estatuto a su vez aprobado por el Congreso de los Diputados y el Senado español, planteó una serie de ‘ideas’ revolucionarias para Andalucía a lo largo de su vida.

Términos como ‘Libertad’, ‘Autonomía’ o ‘Nación Andaluza’ fueron claves en la mayoría de sus manifestaciones, discursos o publicaciones:

“Andalucía es una nacionalidad, porque una común necesidad invita a todos sus hijos para luchar por una común redención”.

Son muchos los que han empleado su figura para justificar sus acciones, pero muy pocos los que verdaderamente se han prodigado en dar vida a sus ambiciosas ideas para el Pueblo Andaluz.

Y esta reflexión simplemente viene a cuestionar si esas ideas tienen o no aplicación en nuestra Andalucía actual.

“Andalucía necesita una dirección espiritual, una orientación política, un remedio económico, un plan cultural una fuerza que apostolice y salve”.-Palabras de Blas Infante en la presentación de su libro ‘Ideal Andaluz’ en el Ateneo de Sevilla (23 de marzo de 1914).

Sin duda, la Andalucía que conoce Blas Infante no es la que todos conocemos hoy. Una Andalucía donde el poder de los ‘caciques’ ahogaba la vida en semiesclavitud de los trabajadores sin tierras, de las jornaleras y jornaleros.

Hoy en día, hemos crecido en el mundo laboral, educativo, sanitario, dependencia, y parece haberse generalizado el llamado ‘estado del bienestar’.

Pero cuando se evalúan las estadísticas y se comparan las cifras correspondientes a Andalucía y a otras autonomías, donde se refleja que las andaluzas y andaluces son los últimos en cifras de inversión educativa, sanitaria, dependencia por habitante o tienen los índices de paro o de riesgo de pobreza mayores de Europa, siempre surge una pregunta: ¿Realmente esto es todo a lo que podemos aspirar? ¿y si miramos atrás, verdaderamente hemos recorrido el camino que Blas Infante planteaba?

¿Ciertamente esta situación actual es un ‘estado de bienestar’ para el Pueblo Andaluz?

Probablemente no.

La idea fundamental que soporta toda la argumentación política de Blas Infante es que Andalucía debe ser autónoma, con la capacidad para tomar las decisiones que abran la puerta para su crecimiento desde la justicia social. Él se muestra convencido en sus escritos de que el centralismo no servirá a las andaluzas y andaluces para superar sus graves problemas de desarrollo estructural:

“El estado centralista ha sido la causa principal del fracaso de todos los gobiernos españoles en lo que va de siglo”.

Blas infante se refería al siglo XX.

Ahora, en pleno siglo XXI, ¿ha conseguido Andalucía la suficiente autocapacidad de gobierno para poder afirmar contundentemente que Andalucía es ‘autónoma’?

Desde Almería hasta Huelva, desde Córdoba a Cádiz podemos corroborar que Andalucía, pese a haber avanzado, no ha conseguido dicha capacidad de autogobierno, a pesar de los años de Autonomía.

Un ejemplo.

En el País Vasco se construye un túnel con dinero vasco para sortear una de sus rías. Fin de la historia.

En Andalucía no se construye un túnel para cruzar el Guadalquivir, argumentando problemas técnicos, cuando la razón principal es que desde Madrid, el Gobierno español no está dispuesto a liberar el dinero que requiere esa obra, y prefiere un puente, pese a su impacto ambiental, por ser simplemente más económico.

Basta pararse a evaluar las competencias que tienen otras autonomías, y las que ha conseguido Andalucía. Basta leer nuestro Estatuto y descubrir que buena parte de las competencias que dicha Ley Andaluza recoge, han quedado en papel mojado, y eso que es un Estatuto bastante mísero en cuanto a objetivos autonomistas.

Supuestamente mientras más cerca esté el Poder y el Control de los problemas, más capacidad de actuación tendrá ante la claridad de percepción de dichas necesidades. Esa es la idea. Pero del dicho al hecho hay un trecho.

Desde 1982 han pasado unos 42 años de gobiernos autonómicos andaluces. Y todos ellos, más preocupados por sus intereses partidistas que por otros asuntos de mayor recorrido para el Pueblo Andaluz, han demostrado su ineptitud para solventar los problemas estructurales andaluces.

Pese a su afinidad con las políticas necesarias para el desarrollo del Pueblo Andaluz, Blas Infante no se tenía por ‘político’. Cuando habla sobre la labor que los andalucistas históricos y él mismo desarrollan, huye de su definición como ‘políticos’, exponiendo sobre estos:

“Al contrario que los políticos profesionales, los cuales siempre se han encaramado sobre las espaldas del pueblo, halagando sus pasiones demagógicas para obtener poder o dinero que les permita el adorno salvaje, repugnante a nuestro sentido estético, de ceñir la curva de la panza con gruesas cadenas de metal, o los dedos de las manos con robustos sortijones” – Blas Infante, en su libro ‘La Verdad sobre el Complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía’.

Es verdad que nuestros políticos actuales no se engalanan de esta manera, pero muchos de ellos, lamentablemente, son capaces de pedir un sueldo mayor a los más de 5.000 euros que perciben al mes, entre el propio sueldo base y las dietas, porque según ellos mismos, ‘no llegan a fin de mes’. Y todo esto aún a sabiendas de que la mayoría de las andaluzas y andaluces sí que no llegan a fin de mes con sueldos que quedan muy, pero que muy por debajo de esos niveles (hablamos de un sueldo medio andaluz de unos 1.600 euros, siendo inferior en la mayoría de los casos).

Curiosamente son estos mismos ‘políticos’, los que luego no dudan en envolverse en la arbonaida, la verde y blanca andaluza, para declarar su manifiesto ‘andalucismo’. Sin duda, mayor hipocresía y repugnancia no cabe.

Las ideas de Blas Infante pasan por dar el control de la productividad a las andaluzas y andaluces. Pero, siendo consciente de las realidades socialista, liberal, anarquista y comunista de su entorno, sus planteamientos no pueden encasillarse en ninguno de estos movimientos, como tampoco lo hizo su militancia. Sus ideas conforman una nueva forma política, conocida como Andalucismo, con una defensa primordial de los intereses del Pueblo Andaluz.

Como plasma en su ‘Ideal Andaluz’, la defensa de una sucesión de hechos llevaría a Andalucía a poder ser protagonista, desde la justicia social.

Primero, dotar de tierras a los jornaleros, a las gentes del campo. Segundo, su crecimiento económico desencadenaría en la autocreación de medios de explotación y construcción de un tejido industrial propio, un nuevo tejido productivo andaluz, que ya no sería primario, sino alojado en el sector secundario.

En este año 2024, ¿cuántas son las empresas que explotan los recursos andaluces y que ni tan siquiera fiscalizan sus cuentas en territorio andaluz?

¿De qué sirve ser una de las zonas más ricas de Europa, si el beneficio de la explotación de esa riqueza repercute en otros territorios externos al andaluz?

¿No debería haber cambiado eso nuestra Autonomía? ¿verdaderamente en pleno siglo XXI tiene cabida hablar de una Economía Colonial Andaluza?

¿Cuántas grandes empresas o cooperativas andaluzas transformadoras podemos contar en nuestro territorio? Si bien es cierto que las hay, con ejemplos múltiples, no es menos cierto que son muy pocas en comparación con las que sí se dan en otras autonomías, donde predominan en mayor número.

¿Quién decide el establecimiento de plantas y centros de residuos que atentan directamente contra los ecosistemas andaluces?

Rotura de muro de la balsa de la mina de Aznalcóllar (Sevilla) en 1998. Fotografía de Ecologistas en Acción.

Políticamente, la confianza del Pueblo Andaluz, ajeno a las ideas de Blas Infante, ha sido depositada primero en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y actualmente en el Partido Popular (PP). Ambos han buscado atraer el voto andalucista con guiños al Andalucismo Histórico, pero ninguno de ellos se ha planteado el desarrollo de las ideas del Padre de la Patria Andaluza ni por asomo, ya que su ideario partidista nacional español choca de bruces con una Autonomía verdadera Andaluza.

“Andaluces de todos los campos y partidos, venid a esta labor, los hombres de ideas más opuestas, unidos por el ideal de una Andalucía grande y redimida”- pedía Blas Infante.

Acto de Blas Infante en el Ayuntamiento de Cádiz, en la campaña pro-Estatuto de Autonomía. En menos de dos meses sería asesinado por los golpistas fascistas.

Pero esta proclama es muy difícil cumplirla cuando se antepone la disciplina de una partido cuyos órganos de decisión principales residen en Madrid. Órganos de gobierno que usan el voto andaluz para pactos que normalmente perjudican a Andalucía. Ni PSOE, ni PP pueden negar haber pactado de esta manera, en contra de los intereses de Andalucía. Y, lamentablemente, con andaluzas y andaluces en las filas de esos gobiernos que tomaron esas decisiones.

De este modo, el voto andaluz, principal protagonista, se convierte en camisa de fuerza que maniata el autocrecimiento, la creatividad del autodesarrollo andaluz.

Si a esto sumamos los millones de euros que periódicamente se devuelven a Europa por falta de ejecución de proyectos, pues suma y sigue.

Como conclusión a este artículo, se puede resumir que las ideas que Blas Infante expuso son perfectamente aplicables en la actualidad. Sin embargo, todo pasa porque políticamente Andalucía encuentre ese camino real de autonomismo que le permita decidir sobre su futuro, sin pasar por un filtro condicionante de intereses partidistas en el Gobierno del Estado español. Un camino de una Autonomía veraz que empieza a antojarse como única solución viable a los problemas estructurales andaluces. Para ello es condición estrictamente necesaria la consolidación de un Poder Político Andaluz con órganos de dirección en el seno de la propia Andalucía.

Además, como decía Blas Infante, no hay que olvidar que:

“No queremos, no podemos ser sólo Europa, somos Andalucía”.

Hoy hace 88 años, “se mata a un hombre, pero no se puede matar una idea”.

¡Viva Andalucía Libre!

Deja un comentario