Cada dos años, se celebra la Bienal de Flamenco en Sevilla. Como tantos certámenes que tienen lugar en nuestra Andalucía, estos eventos no hacen sino afianzar el vínculo entre el Flamenco y nuestro Pueblo, el Pueblo Andaluz.
Porque es verdad que el Flamenco ha visto crecer, a lo largo de décadas, su número de seguidores a lo largo del globo terráqueo. Como dicen algunos, se ha hecho ‘universal’.
Pero la esencia del Flamenco, la raíz, sigue estando donde ha estado siempre, en Andalucía. Y quién defienda lo contrario, simplemente no sabe, o sólo busca polemizar desde su mayúscula ignorancia, o quizás se mueve por el interés comercial de algo que cada vez atrae con mayor fuerza.
Basta con mirar lo orígenes de la mayoría de artistas que a lo largo de la Historia del Flamenco se han prodigado en este noble arte. Las ocho provincias andaluzas han sido cuna de mujeres y hombres que, siendo más o menos famosos, han sabido ‘transmitir’ a sus audiencias, los mensajes, las letras, los sentimientos que se arremolinan en los distintos Palos del Cante Flamenco.
El origen del Flamenco es una gran fusión, reflejo de la propia mezcla presente en el Pueblo Andaluz, de los cantes originarios andalusíes, de los cantes gitanos e incluso de las influencias musicales de la población negra presente en Andalucía debido a la esclavitud.
El Flamenco ha recogido y transmitido de generación en generación esos ‘Dolores de Andalucía’, término empleado por Blas Infante para referirse a los problemas de las andaluzas y andaluces. La persona oprimida, despojada, desencantada, desengañada, se convierte en protagonista, esgrimiendo sus sentimientos a través del cante, para llegar al alma de quien la quiere escuchar.
Así, el término Flamenco, proviene de las castellanización del término andalusí,’Felah-Mengus’ o ‘Campesino-Errante’, personas que tras la conquista castellana quedaron sin tierras, como consideraba el propio Blas Infante en su libro “Orígenes de lo flamenco y secreto del cante jondo”. Más tarde serían conocidos como jornaleros.
Lejos de otras tradiciones que se consumen por no reinventarse, el Flamenco ha sabido mantener su esencia, y paralelamente crecer, ramificándose como un gran olivo, cuyas múltiples ramas van dando su fruto con el tiempo, alimentados todos por la misma savia original, pero diversificada.
Y de esta manera, periódicamente se nos muestra, para enseñarnos sus mejores galas, en la Bienal de Flamenco de Sevilla, en el Festival de Jerez, en el Festival de Granada, en el Festival ‘Ciudad de Huelva’, en el ‘Flamencad’ de Cádiz, en el ‘Festival de Flamenco y Danza de Almería’, en el Festival de Flamenco ‘Ciudad de Málaga’, el ‘Cordobán Flamenco’ o la ‘Noche Blanca del Flamenco de Córdoba’ o el Festival Internacional de Flamenco ‘Ciudad de Jaén’.
Ahora toca la Bienal.
En la Bienal encontramos algunos espectáculos que, como ciertos artistas reconocían hoy en Canal Sur, han sido diseñados para ser mostrados precisamente en este certamen, de manera que resulta muy difícil trasladarlos a otros escenarios que no sean los de la propia Bienal.
Todo ha comenzado con el homenaje a Paco de Lucía y el pregón de Sara Baras.
Las múltiples actuaciones se desarrollarán en el Teatro de la Maestranza, el Teatro Alameda, el Espacio Turina, Teatro Central, Auditorio de la Cartuja, Real Alcázar, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Muelle Camaronero, Iglesia de San Luis de los Franceses y CaixaForum.
Podéis encontrar todos los espectáculos en la propia página de la Bienal, donde se pueden adquirir las entradas para la mayoría de los espectáculos.(Ver enlace al final del artículo)
Todo este esfuerzo organizativo, tanto en la Bienal como en otros certámenes es de elogiar por todas las personas implicadas. Pero Andalucía debe ir más allá para proteger ese vínculo inimitable que le une al Flamenco, como cordón umbilical que enlaza a madre e hijo.
Por eso, este maravilloso arte debe ser mostrado en las escuelas, para que niñas y niños andaluces lo acojan dentro de sus gustos musicales y desde pequeños lo comiencen a valorar. Está muy bien la música de otros géneros, especialmente nuestra juventud se encuentra invadida, desde los diversos medios, por músicas anglosajonas y otros ritmos hispanoamericanos, pero no se puede seguir volviendo la espalda a algo tan propio, como es el Flamenco, en nuestro mismísimo sistema educativo general.
El Flamenco es Andaluz por antonomasia, por nacimiento y por crecimiento. Universal, sí, pero Andaluz. Y como andaluzas y andaluces nos toca cuidar de él. Porque sólo cuidando nuestras raíces podremos crecer sanamente como Pueblo, reconociéndonos en lo que fuimos y en lo que somos.
¡Bienvenida la Bienal! ¡Viva por siempre el Flamenco! ¡Viva Andalucía Libre!